
El fútbol y sus circunstancias, sobre todo cuando juegan el Madrid y el Barça, son un buen exponente de la naturaleza del problema nacionalista catalán. O de la deriva radical a la que también ha sido arrastrado el PSC.
Un respetable catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona, Francesc de Carreras, le explicaba ayer a Orfeo Suárez en El Mundo, en la previa del partido Barça-Madrid, lo siguiente sobre Mourinho y el antiespañolismo:
“Mourinho ha servido de coartada perfecta para proseguir con la teoría del centralismo, para alimentar ese odio absurdo a Madrid y a España. Es cierto que Mourinho es portugués, pero dirige al Madrid, al que se identifica con España desde una posición maniquea. Desde ese punto de vista, sería más lógico odiar a Del Bosque, pero es difícil hacerlo, como a Casillas. Son personas excepcionales, que desarman a quienes quieren atacarlas. Mourinho, no. Como buen antipático, al menos ésa es la imagen que traslada, les da la oportunidad perfecta”.
Y quien esto dice, Francesc de Carreras, no es nacionalista, sólo un apasionado culé, hijo del presidente que acuñó la frase “Més que un club”. Y, sin embargo, entiende la conversión en un símbolo del odio a España de un entrenador portugués que jamás ha pronunciado una palabra sobre la política española. Parece que el problema sería su antipatía y no el fanatismo de los otros.
Completamente natural, ¿no? Es lo que pasa por ser tan antipático, que alimentas el odio a Madrid y a España. En este ambiente social, lo esperable no es sólo la deriva nacionalista sino también que hasta los socialistas se hagan nacionalistas. Y que Carme Chacón se desmarque, pero sólo a medias, que, luego, los nacionalistas, incluidos los suyos, se ponen como se ponen y te convierten en coartadas para el odio a Madrid y a España. Por provocar.
Nacionalismos