Sostenían el Gobierno y el ministro del Interior, sostenían muchos periodistas, sostenía incluso parte de la élite económica, Rosalía Mera, que el movimiento de los Indignados era muy democrático.
¿Resultado? El que observamos en las últimas horas: legitimación y fortalecimiento del movimiento desde las propias instituciones con el consecuente recrudecimiento de los métodos ilegales, que ya han pasado de meramente ilegales a violentos, y apoteosis de la naturaleza antidemocrática de sus reivindicaciones. Es decir, rechazo violento de las elecciones y de los elegidos y pretensión de suplantación por parte de la minoría radical de las plazas.
Arcadi Espada lo ha llamado en su blog “La batasunización de España”. Perfecta definición de una situación como la del Parlamento de Cataluña hoy, con los parlamentarios accediendo al Parlamento en helicóptero porque los violentos no les dejan pasar.
¿Mantendrán el Gobierno y el ministro del Interior su dejación y su simpatía hacia el movimiento? ¿Rectificarán los numerosos complacientes con los Indignados lo dicho hasta ahora? Posiblemente, no harán nada. Y, en el mejor de los casos, intentarán convencernos de que las nuevas movilizaciones de los Indignados nada tienen que ver con el movimiento inicial. Pero esto era así desde el principio, métodos ilegales y rechazo del único método democrático de decisión que es el de las elecciones y el de la mayoría.
Movimiento Indignados