Esta semana pasada nos ha dado dos estupendas muestras de esa tolerancia, sensatez y sentido democrático de las que presumen habitualmente los intelectuales de izquierdas, aquí y en otras latitudes. En este caso, tal tolerancia se ha demostrado llamando terroristas a los políticos de la derecha.
El escritor mexicano Carlos Fuentes, el jueves pasado, en El País, llamaba terroristas a los republicanos de Estados Unidos, en su apasionada defensa de Barack Obama:
“Obama con la nación en contra de los extremistas de derecha, minoritarios y terroristas, del Congreso. Ahora. Ya.”
Otra ilustre representante de la sofisticada intelectualidad de izquierdas, Teresa Rivière, ayer, también en El País, llamaba “chica triple A” a Dolores de Cospedal (dejemos para otra ocasión el machismo progresista que rezumaban el título y el contenido) y acababa el artículo sobre “la chica tripe A” con una referencia al grupo terrorista llamado de tal manera de la Argentina de los años setenta, por si no habíamos pillado la relación entre tal “chica triple A” y los asesinos de la Triple A.
Ambos tenían un precedente cercano en un diario no menos respetuoso con sus adversarios de la derecha como es The New York Times. Allí, su columnista Joe Nocera llamaba también terroristas a los miembros del Tea Party el pasado 1 de agosto, y añadía, para que lo entendiéramos mejor, que eran tan nocivos como Al Qaeda. Se armó tal escándalo que tuvo que pedir disculpas en un artículo posterior.
En España, no se esperan disculpas de los émulos de Nocera. Más bien se esperan reincidencias en tales valoraciones, sobre todo ahora que se acerca una campaña electoral tal negra para la izquierda.
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