El actual alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, hoy no se quita el uniforme militar ni para dormir, pero cuando yo lo conocí era un extraordinario boxeador, conocido como Ironfist (Puño de Hierro), que acababa de dar por terminada su carrera boxística para dedicarse a la política, tras vencer a Manuel Charr en Moscú y retener el título de Campeón Mundial de los pesos pesados.
Residente en California, un buen día decidió mudarse a Kiev y entrar en la enrarecida arena política ucraniana, tan necesitada de líderes. Sin partido que lo apoyara y sin campaña previa, se presentó sorpresivamente en el 2006 a las elecciones a la alcaldía de Kiev, un puesto clave para el asalto a la presidencia, consiguiendo un estimable segundo lugar, con un 26% de los votos y obteniendo una amplia representación en los órganos municipales. Después, con un partido que crecía rápidamente a su alrededor, el UDAR, participó en las cruciales elecciones parlamentarias nada menos que contra Yanukocich y Timoshenko, a los que no les hizo la vida fácil en el Parlamento.
Por aquel entonces tuve oportunidad de entrevistarme con él en Kiev y me confirmó que sus años como boxeador habían acabado y en adelante sus combates serían dialécticos y tendrían lugar en el Parlamento ucraniano. A continuación transcribo algunos pasajes de aquella conversación porque me parece que pueden resultar muy relevantes para comprender mejor la Ucrania de hoy.
Justo en aquellos días había tenido lugar un acalorado debate en el Parlamento ucraniano sobre la cuestión de la lengua, en el que algunos diputados llegaron a los puños.
- Es de suponer que ese tipo de ‘debates’ los ganará usted con facilidad en el futuro… -me aventuré a comentarle
- Los puños se utilizaron precisamente porque no hubo debates públicos. No se llegó a ningún acuerdo previo sobre el borrador de ese proyecto de ley. El Presidente del Parlamento se negó a incluir el tema en la agenda del día, por lo que los diputados de la oposición no pudieron expresar sus puntos de vista, tal como establecen las normas y procedimientos parlamentarios. En lugar de eso, un tema sensible, que afecta a la vida de 46 millones de ciudadanos y a la misma esencia y coexistencia del tejido de la nación, fue sometido a votación sin debate y aprobado en dos minutos. La democracia une a la sociedad porque todos están de acuerdo en respetar las reglas del juego, pero lo que tenemos en Ucrania es una dictadura que necesita desesperadamente ganar las elecciones parlamentarias de octubre y está dispuesta a utilizar cualquier medio para conseguirlo.
- Usted nació en Kirguistán, en la extinta Unión Soviética, cuando Ucrania no existía como país independiente. Su lengua materna fue el ruso, pero ahora rechaza que ese idioma sea oficial en Ucrania, ¿puede explicarlo?
- Pongamos las cosas en su sitio. La ley de política lingüística que se debatió en el parlamento ucraniano fue aprobada en flagrante violación de los procedimientos parlamentarios. El Comité de la Rada no tomó en consideración cientos de enmiendas promovidas por expertos, ni hubo audiencias públicas. La ley aprobada, sin prácticamente debate, no se ajusta a las normas europeas y, sobre todo, viola la Constitución. A eso es a lo que me opongo, a que se impongan leyes, reglamentos y normas sin tomar en consideración la opinión de los diputados, ni los dictámenes de los expertos, ni los deseos de la sociedad, ni los puntos de vista de la oposición. En Ucrania estamos viviendo una dictadura en la actualidad. Lo ocurrido con esta ley es solo un ejemplo de la manera en que se aprueban hoy día cientos de leyes en el Parlamento y en los ayuntamientos controlados por el partido en el poder. Por eso exijo al presidente Yanukovych que vete una ley que viola la Constitución y ha sido aprobada por procedimientos irregulares. Por desgracia, la postura de mi partido en ese debate fue completamente ignorada.
- ¿Qué le atrae más de la política, el espíritu de servicio a la sociedad o la erótica del poder?
- Como boxeador profesional, he viajado por muchos lugares del mundo, incluyendo países vecinos de Ucrania, como Polonia, República Checa, Eslovaquia, Rumania y Bulgaria. Esos países alcanzaron la libertad y la democracia al mismo tiempo que Ucrania, a principios de la década de los 90. La diferencia entre ellos y Ucrania es, hoy, abismal. ¿Por qué? Por la terrible corrupción imperante en mi país, que impide que la gente pueda ganar un salario justo con el que alimentar a sus familias y vivir con dignidad. Lo que me impulsa a la política es tratar de unir a los ciudadanos normales y a los activistas para que juntos podamos cambiar Ucrania y convertirla en un lugar mejor. Ya tenemos un Presidente, Yanukovych, sediento de poder, pero que no hace nada para mejorar la vida de la gente. El poder que no se utiliza en nombre del progreso es poder desperdiciado. En lugar de unir a la sociedad con sus poderes presidenciales, Yanukovich ha dividido a Ucrania, persiguiendo a sus opositores políticos. En 2004, ya vivimos una situación semejante, que llevó a la Revolución Naranja, la cual logró acabar con aquel régimen autoritario y nos permitió vivir en libertad y democracia durante seis años. Pero, ahora, los poderes autoritarios han vuelto a apoderarse del Estado y del país.
A su padre, general del ejército ruso (y después del ucraniano), se le encomendó una misión muy difícil en Chernóbil, que acortó su vida, por lo que se le concedió el merecido honor de ser declarado Héroe de Ucrania, la mayor distinción del país, que, hasta la fecha, sólo él ostenta.
- ¿Qué piensa usted ahora de los héroes anónimos de Fukushima que, al igual que su padre, aceptaron voluntariamente trabajar en una zona altamente irradiada, sin ningún tipo de recompensa o reconocimiento público?
- La dedicación a la sociedad y a la humanidad de hombres como mi padre y otros de uniforme es algo que me hace sentir muy orgulloso. Servir a tu propio país, poniendo el interés común por encima del propio -como los héroes de Fukushima- es una virtud muy honorable que debiéramos inculcar a nuestros hijos. Por desgracia, en la sociedad post-soviética, el principal valor es el del dinero y no la libertad, la democracia o el sacrificio por el propio país. Eso es lo que mi fuerza política y mis colaboradores desean cambiar en Ucrania. Tenemos que recuperar el sentido del honor y la confianza para servir al pueblo. Ese es también mi objetivo.
… Y de pronto estalló esta absurda guerra y los objetivos de Klitschko, como los de todos ucranianos, dejaron de ser retóricos y tuvieron que ponerse en práctica. ¡Y cómo!
Foto: Vitali Klitschko y su hermano Wladimir, el pasado 23 de marzo en Kiev. REUTERS/Sergiy Karazy
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