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Autismo: interpretando las discrepancias

Autismo: interpretando las discrepancias
Pilar Quijada el

Los trastornos del espectro autista (TEA) se han estudiado durante muchos años, pero todavía hay más preguntas que respuestas. Por ejemplo, algunas investigaciones sobre las funciones cerebrales de las personas con autismo han encontrado una falta de sincronización entre las diferentes partes del cerebro que normalmente “trabajan en equipo”. Sin embargo, otros estudios han encontrado exactamente lo contrario, es decir, un exceso de sincronización en el cerebro de las personas con TEA. Ahora un nuevo estudio publicado en la revista Nature Neuroscience, sugiere que esas discordancias en la conectividad (por exceso y por defecto) pueden, de hecho, estar reflejando algo más profundo.

Para investigar la conectividad en los TEA, han analizado los datos obtenidos de los estudios de resonancia magnética funcional (fMRI) realizadas a personas con TEA de alta funcionalidad y personas sin ningún trastorno (controles) mientras estaban en en estado de reposo. “Los estudios del cerebro en estado de reposo son importantes porque los patrones que emergen espontáneamente permiten ver cómo las diferentes áreas del cerebro se conectan y sincronizan su actividad”, explican los investigadores. Estudios previos llevados a cabo por este y otros grupos sugieren que estos patrones espontáneos pueden proporcionar una ventana para estudiar los rasgos de comportamiento individuales, incluyendo aquellos que se apartan de la norma.

En una comparación cuidadosa de los detalles de estos patrones de sincronización, los investigadores descubrieron una diferencia interesante entre los grupos control y TEA: los cerebros de los participantes del grupo control tenían perfiles de conectividad sustancialmente similares entre sí, mientras que aquellos con TEA mostraron muchas más diferencias entre ellos. Había muchos más patrones únicos, con una conectividad única. Los investigadores se dieron cuenta de que los patrones de sincronización observados en el grupo control eran convencionales, mientras que los del grupo de TEA, eran más “idiosincrásicos“, es decir, distintivos y propios de cada participante.  

Las variaciones individuales en los patrones de conectividad en los adultos con TEA fue mayor que en el grupo control debido a la presencia de áreas con aumento o disminución de la conectividad. Y la magnitud de la desviación individual en los patrones de conectividad se correlacionaba con la gravedad de los síntomas conductuales observados.

Estas diferencias entre los patrones de sincronización en los grupos de autismo y de control  podrían ser el resultado de la manera en que los dos grupos, como colectivo, interactúan y se comunican con su entorno. Uno de los autores del estudio, Avital Hahamy, del departamento de Neurobiología del Instituto Veixmann de Israel, lanza una hipótesis para explicar esas diferencias: “Desde los primeros años vida, las redes cerebrales son moldeadas por una intensa interacción con otras personas y los factores ambientales. Esas experiencias, compartidas por la mayoría de la gente, podrían tender a hacer los patrones de sincronización del cerebro en descanso del grupo control más similares entre sí. Es posible que en los TEA, como se interrumpen las interacciones con el ambiente, cada persona desarrolle un patrón más individualista y único de organización cerebral “.

Los investigadores enfatizan que esta explicación es sólo una hipótesis y se necesita más investigación para entender plenamente la gama de factores que pueden llevar a la idiosincrasia observada en los patrones de conectividad cerebral en las personas con TEA. Sugieren, además, que las investigaciones sobre cómo y cuándo cada persona establece patrones cerebrales particulares podría ayudar en el desarrollo futuro del diagnóstico precoz y el tratamiento de los trastornos del espectro autista.

 

Investigación
Pilar Quijada el

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