Emilio de Miguel Calabia el 19 oct, 2024 Fui a ver “La virgen roja” de Paula Ortiz. Me encantó y al mismo tiempo me produjo tal agobio que estuvo a punto de salirme del cine antes del final. Paula ha retratado excelentemente la atmósfera claustrofóbica que debía de reinar en la relación entre Aurora Rodríguez y su hija Hildegart. A ello ayuda que muchas de las escenas transcurren entre interiores y la grandísima actuación de Najwa Nimri. En 1977 Fernando Fernán Gómez había ya llevado esta historia al cine en “Mi hija Hildegart”, que contó con guión de Rafael Azcona, que se basó en el libro “Aurora de Sangre” de Eduardo de Guzmán. Aun contando la misma historia, las dos películas no pueden ser más diferentes. El hilo conductor de la película de Fernán Gómez es la madre y por ello el proceso y la vida en prisión de Aurora tras el asesinato de Hildegart tiene casi igual peso que el resto. Paula Ortiz dice en una entrevista que quiso ofrecer una perspectiva en la que es ahora la mirada de la madre la que se resalta y ahora la de la hija. Puede, pero el personaje de la madre es tan frío, que es la perspectiva más humana de la hija la que destaca. La discrepancia entre la película de Fernán Gómez y la de Paula Ortiz proviene de las intenciones de cada uno. Fernán Gómez quería narrar la historia. Ortiz quiere crear un drama intimista, en el que la historia sirve de marco. Esto se nota, por ejemplo, en el trato que cada uno de ambos da a la figura de la madre. Aurora Rodríguez era una mujer fea, de rostro masculino y cuerpo bastote. Amparo Soler Leal está bien caracterizada como Aurora Rodríguez y como ella, no viste siempre de negro. Además, el personaje en la película de Fernán Gómez deja traslucir sus problemas mentales. La auténtica Aurora era un personaje con un cierto grado de desquiciamiento y de paranoia. De hecho uno de los detonantes de la crisis final fue la idea de que querían arrebatarle a Hildegard y frustrar su “experimento” (sí, ésta era la concepción que tenía Aurora sobre su hija). Najwa Nimri es un personaje autocontrolado, hierático y frío, con una voluntad de hierro y una serie de obsesiones muy marcadas. La Aurora de Najwa Nimri es una cabrona, pero su locura, que se percibe en su afán controlador, es mucho más sutil. Del ideario de Aurora Rodríguez destacan dos cosas. La primera es su concepción minusvaloradora de la mujer, que algún autor ha llegado a tachar de misógina. Para ella, las mujeres se encuentran en un estado de sometimiento y atraso inmensos. No confía en su agencia para liberarse y cultivarse. Necesitan una mesías que les muestre el camino y ésa es la misión con la que concibió a Hildegart, que fuese la mesías que las mujeres necesitan. La otra es su concepción negadora del sexo y de la carne. Ella sólo tuvo el sexo necesario para quedarse embarazada y después no volvió a catarlo y parece que no lo echó de menos. Hay un momento en la película en el que dice a su hija que toda revolución exige sacrificios, es decir que la renuncia a su primer amor y al sexo es una minucia comparada con la tarea a la que está llamada. Frase muy fácil de decir para alguien que hace años que renunció al amor y al sexo y muy difícil de aceptar para una adolescente que se ha enamorado por primera vez. La intención dramática de Ortiz está aún más clara en la escena del asesinato de Hildegart. Hildegart está tumbada en la cama escribiendo. Se la ve contenta, tal vez porque ha tomado la decisión de romper con su madre. Se abre la puerta y entra la madre esgrimiendo una pistola. La apunta. Hildegart, conmocionada, le pide que no lo haga. La madre dispara tres veces con una frialdad extrema y dejando pasar un momento entre disparo y disparo: primero al sexo, luego al pecho y la última bala a la cabeza. Hay algo simbólico. En otro momento de la película se había dicho que había que llevar a Freud en el sexo, a Nietzche en el corazón y a Marx en la cabeza. ¿Una manera de indicar que Hildegart no había sido digna de ellos? La realidad histórica es menos dramática: Hildegart estaba durmiendo y posiblemente no se enterase de nada. La madre le disparó primero tres balas a la cabeza y una cuarta al corazón. ¿Con cuál de las dos películas me quedo? Con las dos. La película de Fernán Gómez recuperó una historia y unos personajes de la II República que estaban olvidados en 1977 y la contó con brío. Paula Ortiz ha creado con maestría un drama psicológico angustiante Otros temas Tags Amparo Soler LealAurora RodríguezCineFernando Fernán GómezHildegart RodríguezNajwa NimriPaula Ortiz Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 19 oct, 2024