Emilio de Miguel Calabia el 29 ago, 2022 Hace 30 años se puso de moda “El auge y caída de los grandes poderes. Cambio económico y conflicto militar de 1500 a 2000” de Paul Kennedy. Su tesis era que lo que da por tierra con los grandes imperios es la sobreextensión. La multiplicación de sus compromisos internacionales hace que vayan dedicando más recursos económicos a las FFAA en detrimento del desarrollo económico. Curiosamente es la misma tesis que Carlo Cipolla había recogido varios años antes en “La decadencia económica de los imperios” que recopilaba artículos de varios historiadores sobre toda una serie de imperios. Aunque el libro de Kennedy no estaba centrado en EEUU, muchos lectores lo aplicaron a EEUU y eso lo hizo muy familiar. En EEUU escoció a muchos intelectuales, desde Samuel Huntington hasta Joseph S. Nye, pasando por todos los pensadores neocons. Sus críticos utilizaron por lo general los siguientes argumentos: 1) El imperio norteamericano es distinto a otros del pasado, porque se basa en la voluntariedad de los aliados y no busca el dominio territorial; 2) El gasto militar no choca necesariamente con el desarrollo económico y no tiene por qué representar un lastre económico; 3) El determinismo en el que cae Kennedy, se olvida del peso de las personalidades, de las elecciones que se hacen y de la fortuna. El libro de Kennedy era de 1987. El fin de la Guerra Fría y el momento unipolar de EEUU parecieron desmontar las tesis de Kennedy. El Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC, por sus siglas en inglés), creado en 1997 por un grupo de pensadores neocons, se marcó como objetivo fijar la agenda para que la primacía de EEUU se mantuviera indefinidamente en el tiempo. Fue un momento de hubris, pensar que EEUU era tan especial y ellos tan listos que escaparían a la decadencia que había sido el destino de todos los imperios anteriores. En 2009 las cosas se veían muy distintas. EEUU estaba enfangado en una guerra interminable (Afganistán) y en otra (Iraq) que había ido malamente. Su sistema financiero había sufrido los estragos de la crisis de las subprime. En la vida política y en la sociedad ya iban surgiendo las señales de una polarización cada vez más intensa. Paul Kennedy se dio entonces el gustazo de escribir el 14 de enero de 2009 en The Wall Street Journal el artículo “American power is on the wane” en el que dijo joyas como ésta: “Esta nación tendrá muchos tragos amargos que echarse al coleto en el terreno doméstico; y no hay que esperar que vaya a aumentar nuestra capacidad de intervenir en el exterior de modo decisivo y sostenido. (…) Este país tiene enormes ventajas relativas sobre otros (…). Esas ventajas se han visto empañadas por casi una década de irresponsabilidad política en Washington, codicia en Wall Street y otros centros financieros y excesivas aventuras militares en el exterior.” Sin embargo, por esas fechas el libro que triunfaba era “El planeta americano” del periodista Fareed Zakaria. La tesis optimista de Zakaria es que EEUU seguía siendo el número uno en todas las métricas de poder que cuentan. Lo que había ocurrido no era tanto que EEUU hubiera declinado como que el resto habían subido. El escenario que Zakaria preveía era un mundo multipolar en el que EEUU jugaría el papel de robusto primus inter pares. Ha pasado más de una década desde el libro de Zakaria. ¿Dónde nos encontramos ahora? Leí recientemente “The changing world order. Why nations succeed and fall” de Ray Dalio. Es un libro de 2021. En él Dalio pasa revista a una serie de imperios modernos y trata de deducir una serie de principios sobre lo que hace que un imperio prospere o decaiga. Dalio establece una trayectoria en seis fases del ascenso y caída de los imperios. Al comienzo (Fase 1) tenemos un nuevo orden y un nuevo liderazgo, salido muchas veces de una guerra civil o de una revolución. En el caso norteamericano ese inicio sería la guerra de independencia de 1776-1783. Llega entonces la etapa de la prosperidad temprana (Fase 2), cuando el nuevo orden se consolida y se establecen las instituciones. En esta fase se produce prosperidad, que se distribuye ampliamente y se conforma la clase media. Para EEUU serían los 15 años que sucedieron a la guerra de independencia. La Fase 3 es el momento álgido, cuando hay abundancia de oportunidades y las condiciones de vida mejoran para todos; hay acceso generalizado a la educación y funciona la meritocracia. En EEUU esta fase correspondería a los años 60 del siglo pasado. Entonces, gradualmente se abre paso la época de los excesos (Fase 4). La prosperidad genera un exceso de confianza, que lleva a un endeudamiento generalizado. Por un lado el dinero se dirige en buena medida al consumo y al lujo y se invierte menos en infraestructuras, en bienes de capital y en I+D. Eso va acompañado de un incremento en el gasto militar para proteger los intereses del imperio, que se ha sobreextendido. La balanza de pagos y la competitividad se resienten. Dalio no indica en qué momento entró EEUU en esta fase. Para mí, entró en ella en 2000. En la Fase 5, las tensiones creadas por el empeoramiento de la situación financiera llevan al conflicto de clases. Las desigualdades sociales crecen, hay una guerra de valores, la economía empieza a fallar, la judicatura y la policía son utilizadas como herramientas contra los rivales políticos. El terreno está abonado para el populismo y el extremismo. Dalio cree que EEUU se encuentra en esta fase en estos momentos. La Fase 5 puede terminar de dos maneras: o bien aparece un liderazgo capaz de enderezar la situación (más improbable), o bien el sistema zozobra en una guerra civil o en una revolución (Fase 6). Dalio habla de 18 medidas del poder, aunque son ocho los que considera claves. Vamos a verlos, aplicándolos a EEUU: 1) Educación: Según el QS World University Rankings 2023, de entre las 100 mejores universidades del mundo, 27 son norteamericanas; la mayor proporción de ningún otro país. El Informe PISA de 2018, en cambio, refleja una educación primaria y secundaria no tan brillantes. Los alumnos norteamericanos quedaron en la posición 38 de 79 en matemáticas, 19 de 79 en ciencias y 13 de 79 en capacidad lectora. En EEUU coexisten escuelas de gran calidad con otras,- la mayoría-, muy mediocres. Pero esto resulta menos relevante de lo que parece. Un imperio necesita élites muy bien formadas y eso EEUU lo está produciendo. También necesita mandos intermedios razonablemente formados y esto también lo produce. La educación del resto de la población resulta menos importante, siempre que tengan unas habilidades mínimas. No conozco ningún Estado hegemónico donde no se haya producido esa brecha entre unas élites muy formadas y una masa escasamente formada. En resumen, en esta métrica EEUU sigue siendo el número uno y a buena distancia de los siguientes. 2) Competitividad: Es la capacidad para desarrollar ventajas comparativas sobre los competidores. La Escuela de Negocios de Harvard produce regularmente informes sobre la competitividad de EEUU. He consultado el de 2019. El informe es más bien pesimista. En la última década la competividad norteamericana ha permanecido estancada. Las razones son: 1) Un sistema político disfuncional, a cuya disfuncionalidad contribuyen las empresas y sus acciones de lobby, que promueve los intereses particulares sobre el bien general; 2) Un sistema impositivo que promueve la desigualdad social y que tiene sus limitaciones a la hora de abordar el inmenso déficit federal; 3) Dificultad para atraer talento, algo que hace 20 años no sucedía. Aunque el informe, basado en entrevistas a ex-alumnos, no lo indique, yo añadiría una cuarta razón: infraestructuras obsoletas. 3) Innovación y tecnología: Tradicionalmente EEUU ha sido puntero en innovación y tecnología, pero su ventaja se está erosionando a pasos agigantados. EEUU tiene 3.300.000 patentes en vigor; China tiene 3.100.000. En 2020 China superó en 200.000 el número de patentes norteamericanas (530.127 frente a 351.993). China aún sigue siendo dependiente de la tecnología occidental en muchos campos, pero hay algunos, como el G5 o la inteligencia artificial donde va a la cabeza. 4) Poder económico: La economía norteamericana es la mayor del mundo. Según el FMI, en 2021 era un 25% mayor que la segunda, que es la China. En 1990 la economía norteamericana era un 90% mayor que la segunda, que era entonces la japonesa. Desde hace años los analistas vienen advirtiendo que la economía china tarde o temprano adelantará a la norteamericana. En lo que no se ponen de acuerdo es en cuando ocurrirá ese adelantamiento. 5) Participación en el comercio mundial: En 1990 EEUU ocupaba la primera posición y era responsable del 13,4% de todas las exportaciones mundiales. En 2020 había sido adelantado por China, que había pasado a representar el 12,8% de las exportaciones, frente al 9,9% de EEUU, que ocupa ahora la segunda posición. 6) Poder militar: No se trata tanto de una cuestión de números como de calidad. En este terreno EEUU es indiscutiblemente el número uno. La guerra de Ucrania está poniendo de manifiesto la superioridad tecnológica del armamento norteamericano. No obstante, hay algunas áreas como los misiles hipersónicos o la ciberguerra, donde Rusia y China parecen estar acercándose rápidamente al nivel tecnológico norteamericano. 7) Fortaleza como centro financiero: De los 20 principales centros financieros del mundo, 6 están en EEUU (Nueva York, Los Ángeles, San Francisco, Chicago, Boston, Washington D.C.). El poder de EEUU como centro financiero global se ha mantenido más o menos estable en los últimos 20 años. 8) Papel de su divisa como divisa de reserva: El dólar es la principal divisa de reserva mundial, pero su posición no deja de deteriorarse gradualmente. En 2022 el 59% de las reservas exteriores de los Estados son mantenidas en dólares. En 1999 el porcentaje era del 72%. Resumiendo, de las 8 métricas de poder identificadas por Dalio (y que me parecen bien escogidas), la ventaja de EEUU es robusta en dos (educación y centro financiero), está amenazada en tres (innovación y tecnología, poder económico, poder militar), está en deterioro en tres (competitividad, participación en el comercio internacional, dólar como divisa de reserva). La imagen de Blancanieves y los siete enanitos que defendió Fareed Zakaria hace más de una década, ya no se sostiene. La imagen es la de un país que, efectivamente, está en declive. La pregunta entonces sería: ¿es ese declive ineluctable? Históricamente lo más habitual ha sido que cuando un imperio comenzaba a declinar el resto de camino fuera cuesta abajo y sin frenos, pero ha habido algunos casos de recuperaciones. El Imperio Romano pasó por una crisis enorme a mediados del siglo III. Sin embargo, se recuperó a finales de ese siglo y aún conoció 100 años más de cierta estabilidad y poderío. Toda la segunda mitad del siglo XVII fue de decadencia para la España de los Austrias. Con los Borbones, España se recuperó, aunque ya no volvió a ser la potencia hegemónica, sino una potencia de segunda categoría muy relevante. Los próximos 5 años determinarán si EEUU continua adentrándose en la decadencia o si remonta. ¿Alguna apuesta? Otros temas Tags Carlo CipollaEEUUFareed ZakariaPaul KennedyProyecto para el Nuevo Siglo AmericanoRay Dalio Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 29 ago, 2022