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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

¿De verdad el mundo se está desglobalizando?

Emilio de Miguel Calabia el

La globalización es un concepto tan multifacético y omnicomprensivo que por comodidad aquí me limitaré a hablar de la globalización económica. Por globalización económica podemos entender la integración de los mercados y la eliminación de barreras al comercio y las inversiones. A menudo, se ha incluido en esta cesta la libre circulación de capitales alegando los beneficios que introduciría esta libre circulación y tratando al dinero como un bien más. La globalización económica suele ir acompañada de: 1) La deslocalización de la producción y los servicios. Los costes y la eficiencia son los únicos criterios; 2) La desregulación, toda vez que las regulaciones se ven como obstáculos a la integración de los mercados.

El neoliberalismo no fue el inventor de la globalización, pero se correspondía tan bien con sus postulados, que la impulsó con entusiasmo y ha hecho que muchos identifiquen globalización con neoliberalismo. Igual que el neoliberalismo se convirtió en la ideología hegemónica en Occidente a partir de los ochenta, la globalización se convirtió en la herramienta ineludible a partir de ese período. El consenso era que la globalización era claramente positiva.

He encontrado una entrevista de 2019 en el Foro Económico Mundial a Gita Gopinath, economista principal del FMI, que enumera los grandes beneficios de la globalización: aumento del comercio; precios de los bienes más bajos tanto a nivel doméstico como internacional; fomenta la competición tanto interna como externa; incremento de la productividad; creación de más empleos; sacar a la gente de la pobreza; mayor eficiencia económica. Con la globalización ganamos todos o casi todos. Gopinath no puede evitar reconocer que hay algunos claros perdedores: la mano de obra sin calificar, cuyos empleos son externalizados a países con costes más baratos (es decir, trabajadores que cobran menos) y las empresas de países en desarrollo intensivas en capital, toda vez que suele ser más barato importar bienes intensivos en capital de terceros países. Según lo explica la culpa sería mayoritariamente de los perdedores, de los trabajadores no calificados por no haberse formado mejor y de las empresas de países en desarrollo por no ser más eficientes y reducir sus costes.

A partir de la crisis financiera de 2008 la globalización empezó a tener mal nombre entre la población, pero apenas entre los economistas. La crítica fundamental fue que la globalización había beneficiado a unos pocos, mientras que para la mayoría, especialmente en los países occidentales, había implicado congelación, cuando no reducción, de salarios y destrucción de empleos. ¿Es eso cierto?

Dar una respuesta es más difícil de lo que parece. Para empezar, hay otros factores que han intervenido en este período: cambios tecnológicos, que han destruido empleos, al tiempo que creaban otros (pero en general eran más los que destruían que los que creaban); financiarización de la economía; mayor poder del capital frente al trabajo, que se refleja en el reparto de la tarta (la parte que va al capital es creciente); manejos de las grandes empresas internacionalizadas para reducir su deuda fiscal a límites ridículos… Deslindar los efectos de estos factores de los de la globalización no resulta sencillo.

El efecto más claro e inequívoco de la globalización ha sido la pérdida de poder adquisitivo y la destrucción de los empleos de los trabajadores no cualificados en los países desarrollados. La otra cara de la moneda es que ha subido el poder adquisitivo de los trabajadores no cualificados en los países en vías de desarrollo. ¿Ha influido la globalización en las crecientes disparidades de ingresos entre los más ricos y el resto? Los expertos creen que hay alguna relación, pero no han sido capaces de cuantificarla.

A partir de la crisis financiera de 2008, empezaron a surgir algunas voces que pedían la desglobalización, voces que se aceleraron a raíz del covid 19. Aquí definiremos la desglobalización como la tendencia hacia una menor interconexión. Implica: mayor intervención estatal, sobre todo en el terreno de la política industrial; mayor proteccionismo comercial; cadenas de suministro desacopladas y de carácter más regional que global; disminución del papel de los foros internacionales y muy especialmente de la Organización Mundial del Comercio; preferencia por las soluciones locales; tendencias autárquicas, aunque en el mundo interconectado en el que vivimos, la autarquía es imposible incluso para Corea del Norte.

Irónicamente, lo que ha llevado a la desglobalización no han sido consideraciones sociales o económicas, sino la geopolítica. Después de cuatro décadas en las que todo era la economía, la geopolítica ha vuelto a campar a sus anchas y ahora es preciso darle a todo una lectura geopolítica. Los principales factores geopolíticos que han llevado a la desglobalización han sido: la constatación con ocasión de la pandemia de que líneas enteras de producción se habían deslocalizado a China; la percepción de que China practica la coerción económica; una economía china que ha comenzado a mirar más hacia dentro a medida que se vuelve más autodependiente; la vulnerabilidad de las cadenas de suministro globales puesta de manifiesto durante la pandemia y la post-pandemia (la obstrucción del Canal de Suez por el accidente del barco de Evergreen, que forzó a los barcos a utilizar la vía más larga del Cabo de Buena Esperanza; la crisis de los contenedores de 2021; el desacoplamiento en algunos sectores tecnológicos…) También hay factores fuera de la geopolítica que conducen hacia la desglobalización: los robots y la impresión 3D hacen que cada vez sean necesarios menos trabajadores, con lo que acudir a mercados con mano de obra barata se vuelve menos interesante para las empresas.

La percepción es que el mundo se está desglobalizando. ¿Es eso cierto? Distintas gráficas que he consultado, lo que dicen es que hubo una caída en los flujos con ocasión de la pandemia, pero que en los tres últimos años la tendencia ha vuelto a ser creciente, aunque no haya llegado a los momentos álgidos de la globalización en 2008-2015. Mientras que el comercio mundial en bienes ha disminuido efectivamente, el de servicios ha aumentado. Las cadenas de suministro no se han acortado significativamente. Las empresas que dicen que van a revertir su externalización, según datos del Foro de Davos, son el 4% tan solo tres puntos por encima de las que decían lo mismo antes de la pandemia.

La globalización ha progresado tanto y las interdependencias han aumentado de tal manera que no hay marcha atrás. Las consideraciones geopolíticas la pueden enlentecer o hasta reducir levemente, pero tenemos globalización para rato.

 

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