Emilio de Miguel Calabia el 11 ene, 2019 En 1962 publicó “Tierra de secanos”. He visto quién le echaba un poco en cara que se hubiera dedicado a la poesía social en un momento en el que el género se había agotado y los poetas andaban por otros caminos. Creo que la crítica es injusta. Mariscal describe una tierra, un pueblo, una miseria, pero lo poético puede más que lo social. Un ejemplo es este poema titulado “La tierra”: “La tierra elemental, partida, sola, cansada de parir, de acomodarse con duros agujeros, con cansinos arados; la tierra horizontal, hembra y desnuda para el afán del buey y la pisada; la pobrecita tierra de estameña con cilicios de agostos y aceituna. Cruza la tarde el agua viajera del río violador de naranjales, el perro perdiguero; lento, el carro; las cuadradas pezuñas de las vacas… Hay un nogal achaparrado, un vivo cabrillear de fuente entre las peñas; todo se agita y viene y va, y se pierde en el claro horizonte de un deseo. Pero la tierra no. La tierra tiene ese destino de achatarse siempre, de ser espalda, yunque de galopes, surco para el maíz y la saliva.” En 1965 publicó “Tierra”, su libro más arriesgado. Quiso presentarlo como el libro del amor prohibido, siendo ese amor prohibido el de una mujer que le estaba vedada. Me pregunto cuántos se llamarían a engaño y no verían que el amor al que aludía era un amor homosexual vivido con bastante culpabilidad. La combinación de amor, deseo y culpabilidad, da lugar a algunos versos con mucha fuerza. Aun así, tampoco este libro tendría el éxito que hubiera merecido. El libro habla del amor que ha de enfrentarse a los prejuicios… “Y aquí me tienes como un toro ciego corneando, furioso, inútilmente, el muro enorme de los prejuicios…” … del asombro de amar y ser amado… “Quisiera no seguir, porque tú eres lo otro; y estoy queriendo tanto, que me asombro de poderte llevar dentro del pecho, de pensar cómo cabes en mi boca” … las dudas sobre la esencia del amor y si nos lleva realmente a alguna parte “(…) Y esto no son palabras, porque llevo las noches enteras azuzándome, lastrando esta balanza del por qué este quererte, y no es la zarabanda de tu cintura o ese palomear tu paso por la acera o la tarde, es el turbión de pena que te escuece en el alma, la tan enorme, humana verdad de tu mentira que no ven los que, acaso, buscaban en tus ojos otros ojos distantes, otra carne imposible. (…)” … y de la culpabilidad del que siente que ha violado los mandatos divinos. Por cierto, significativamente, es el último poema del libro. Al final la culpabilidad pudo con todo. “Señor: Esta voz mía tan lacerada de alacranes, tan barroca de estiércol. (…) aún se eleva hasta Ti” (…) “voz de morderse el alma, de clavarse las uñas en el alma y regresarse, y encontrarse y perderse y otra vez encontrarse para… Señor, Dios mío, ¿para perderse una vez más. Señor, Dios mío?” A la altura de los 50 años, Mariscal era un hombre derrotado. Fracasado en el amor, fracasado como poeta, que no había conseguido descollar… Su último libro (seguirían algunos libros más, pero que serían ediciones de poemas más antiguos o de inéditos), “’Ultimo día” es un libro pesimista, sin alegría, autocompasivo, desgarrador: “…Porque sé que estoy solo que tú y aquel y el otro no vais conmigo. No estáis en mí siquiera. En la inmensa noche del mundo Dios marcó unos surcos repartió unas parcelas de destino y a mí me tocó ésta de mirar hacia atrás y no ver nada.” Literatura Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 11 ene, 2019