ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

El escritor más narcisista del mundo (1)

Emilio de Miguel Calabia el

Mi primer recuerdo de Francisco Umbral fue hace muchos años. Estaba viendo un programa de televisión. Creo que era de debate. Uno de los intervinientes era Umbral. En un momento dado, de manera muy borde Umbral dijo que él había ido allí a hablar de su libro y que eso no era lo que le habían prometido y que si no hablaban de su libro, se marchaba. Desde ese momento Umbral me cayó mal.

Vi sus columnas en “El País” primero y luego en “El Mundo”, pero nunca las leí. Las columnas de los periódicos me interesan tan poco como sus crucigramas. Hoy me arrepiento. Para escribir esta entrada, he leído algunas de las columnas que escribió y he advertido lo que me he perdido. Veamos un par de ejemplos.

Sobre Don Quijote: “Yo, como don Quijote, me invento pasiones para ejercitarme’. Esta gentil declaración de Voltaire encierra, me parece a mí la más fina y sutil interpretación de Cervantes. Porque don Quijote no está loco y Cervantes mucho menos, eso lo sabemos desde el principio del libro. Don Quijote es hidalgo cincuentón y soltero que, llegado a ese ápice de la vida, decide pegar el salto cualitativo y cambiar la realidad de los libros por la irrealidad de la vida, mucho más palpitante y vibrátil que lo meramente escrito…”

Sobre Sara Montiel: “Sara con el pelo liso, color violín, como se lo pusieron en Hollywood, raya a la izquierda, puro en el guante, guante en la mano, pendientes y corbata. Polygram Ibérica SA nos reunió en la presentación del último LP de Sara/Antoñísima, “Purísimo Sara”, en el Café Gijón, establecimiento que, por cierto, cumple su 100 años, la edad que tenemos todos, el siglo que hemos pasado en ese Café, echando versos con Gerardo Diego, conversando con Buero Vallejo, mirando damas con García Nieto, aprendiendo de Ramón de Garciasol, forjándonos, en fin, como una espada, para entrar en la vida.”

Creo que estos dos breves textos bastan para señalar algunas de las principales características del estilo de Umbral: 1) Su capacidad de adjetivación, recurriendo a imágenes originales. Los no-escritores no son conscientes de lo difícil que resulta encontrar después de 5.000 años de literatura, imágenes que impacten, imágenes que no hayan sido dichas todavía; 2) Su capacidad de presentar un enfoque novedoso de las cosas, como eso de que Don Quijote cambia la realidad de los libros por la irrealidad de la vida; 3) La autopromoción, porque en su elogio del Café Gijón lo que Umbral quiere transmitir al lector es que ÉL estuvo allí y echó versos con Gerardo Diego, conversó con Buero Vallejo, miró damas con García Nieto y apreció a Garciasol. En un momento y como sin querer, nos ha puesto al corriente de su amplia agenda de contactos.

Anna Caballé escribió en 2004 una biografía de Umbral,- “Umbral. El frío de una vida”-, que revisó en 2022. No sé si era el efecto que pretendía, pero en la biografía el personaje de Francisco Umbral se come al escritor.

Empecemos entonces por el personaje.

Una sombra que Umbral arrastró toda su vida fue la de haber sido un hijo ilegítimo, haber sentido que nunca fue plenamente aceptado en su familia materna, haber vivido la primera infancia en un extraño limbo, del que no salió sino más tarde, cuando finalmente se enteró de que aquella tía tan simpática que le cuidaba tanto, en realidad era su madre. Su infancia reaparece una y otra vez en sus libros, pero es una infancia fabulada. Se diría que escribe sobre su infancia para ocultarla, para crear una infancia más presentable,- la que le hubiera gustado tener-, para desviar la atención. Más aún, esa infancia inventada puede convertirse en una medalla que realce al Umbral del presente. Cuando el editor Rafael Borrás le preguntó si se sentía heredero de alguno de los dos bandos enfrentados en la Guerra Civil, respondió: “Unos señores arrasaron la biblioteca de mi padre. Me siento acreedor de aquellos señores”. Convincente y efectista, salvo que Umbral nunca conoció a su padre.

Para Caballé, el resultado de esta herida es una personalidad en la que “junto a este personaje arrogante, desdeñoso, a menudo grosero y atrapado por los encantos de una gloria fácil, convive un ser desvalido, cálido y triste cuya única compensación es trabajar sin descanso”. Umbral hará un esfuerzo tan ímprobo por ocultar sus vulnerabilidades, que puede que al final de su vida no se diera cuenta de que el personaje que se había creado se había comido a la persona que de verdad era. Pienso que sus ganas de triunfar, de ser alguien y alguien de quien se hable, reflejan la necesidad de dejar atrás al niño al que hay que ocultar y al que se confina a un no-lugar que fue. Cabe preguntarse si alguna vez Umbral sintió realmente que había llegado, que había encontrado SU sitio, el que le negaron de niño.

En su ascenso al Parnaso literario, le ayudaron varias cosas. En primer lugar su inmensa capacidad de trabajo y la calidad evidente de su prosa. También le ayudó su capacidad de ser encantador, cuando quería, que no era siempre. Eso, por el lado amable. Por el lado menos amable, escalones que le ayudaron a subir fueron su capacidad para atraer la atención sobre sí, jugando al niño malo o provocando pequeños escándalos, y su condición de trepa. Umbral, sobre todo en sus inicios, cuando le era más necesario, tenía un olfato inigualable para advertir quién podría ayudarle a subir y a quién había que dejar caer por poco útil.

 

Literatura

Tags

Emilio de Miguel Calabia el

Entradas más recientes