Emilio de Miguel Calabia el 13 mar, 2024 Otro momento clave de la guerra fue el desembarco en Normandía. Si el desembarco hubiese fracasado, tal vez Alemania habría ganado un año de respiro en el frente occidental, pero no creo que hubiera podido revertir el curso de la guerra. Von Rundstedt, que mandaba a las tropas alemanas en el frente occidental, cuenta que tenía 4.800 kilómetros de costa que proteger, desde la frontera italiana al sur hasta la frontera alemana al norte, con solo 60 divisiones, muchas de ellas de calidad pobre y algunas convertidas en meros esqueletos. Sobre el papel cada división debía cubrir un frente de 80 kilómetros, lo que era descabellado. He buscado en otras fuentes por si von Rundstedt se estaba tirando el pego para justificar su derrota, pero no, la cifra más elevada que me he encontrado habla de 70 divisiones. Evidentemente, no pudiendo controlar bien toda la costa, los alemanes se centraron en las zonas donde un desembarco aliado era más probable y aun en este caso las tropas destinadas a la defensa eran insuficientes. Una de las grandes preocupaciones de los alemanes era saber donde tendría lugar el desembarco, ya que carecían de tropas para cubrir toda la costa y la potencia de las defensas costeras había sido sobrevalorada. Para Von Rundstedt el lugar óptimo para el desembarco era el área de Calais, que estaba más próxima a Alemania. Hitler y Rommel, en cambio, estaban convencidos de que el desembarco tendría lugar en Normandía. Sabían que la fuerza invasora sería colosal, pero sobreestimaron su tamaño. Esa sobreestimación les llevó a pensar que podría haber un segundo desembarco en Calais. Von Rundsted perdió toda esperanza de frenar la invasión a los pocos días. La fuerza aérea aliada hacía muy difícil el movimiento durante el día e incluso por la noche. Eso hizo que el movimiento de reservas para tapar agujeros tomase tres y cuatro veces más de lo habitual. La situación se complicó porque Hitler ahora estaba convencido de que el desembarco principal sería en la zona de Calais y se negó a trasladar tropas de esa área a Normandía. Una vez que los aliados hubieron consolidado sus cabezas de puente ya no hubo nada que hacer. Finalmente Liddell Hart aborda la ofensiva de las Ardenas, el canto del cisne de la Wehrmacht; hablé aquí de ella el 4 de diciembre de 2019. Desde el bando aliado los primeros momentos de la ofensiva se vivieron con angustia, porque nadie había pensado que los alemanes tuvieran aún los recursos para preparar una ofensiva como ésa. La batalla de las Ardenas fue una cabezonada de Hitler. Sus generales eran conscientes de que carecían de recursos para ganarla, pero a esas alturas de la guerra resultaba inútil decirle a Hitler que algo era imposible. Los generales habrían preferido mantener en reserva los recursos que se iban a emplear en la ofensiva para realizar contraataques en el momento que los aliados les atacasen. El mantenimiento del secreto de la ofensiva fue tan fuerte que muchos comandantes no supieron cuáles serían sus objetivos hasta muy pocos días antes de la batalla, con lo que no pudieron prepararla bien. Esto fue uno de los motivos por los que la ofensiva fracasó, pero no sería el único ni el principal. El problema es que la ofensiva se había planteado sobre unas premisas discutibles, que no cabía dar por garantizadas: 1) Que los alemanes podrían apoderarse de los depósitos de combustible aliados para suplir sus carencias de combustible; 2) Que los norteamericanos eran malos soldados y se romperían al contacto con los alemanes; 3) Que el mal tiempo se mantendría, impidiendo que los aliados pudieran hacer uso de su supremacía aérea. A lo anterior hay que añadir las numerosas carencias alemanas: falta de refuerzos adecuados, escasez de munición, número insuficiente de tanques (a estas alturas de la guerra para responder a la obsesión de Hitler con los números de divisiones disponibles, los alemanes habían recurrido a desplegar divisiones blindadas con muchos menos tanques de lo habitual), escasez de combustible. La ofensiva nunca tuvo una posibilidad real de éxito. Cuando el 23 de diciembre los cielos se abrieron y la aviación aliada volvió a operar, los alemanes ya estaban pasando a la defensiva. Los generales comentaron el efecto que tuvo la petición aliada de una rendición incondicional. La rendición incondicional parecía dar la razón a la propaganda nazi de que los aliados querían destruir Alemania. En esas condiciones los oficiales y los soldados resistieron numantinamente. Sin la demanda de rendición incondicional seguramente muchos se habrían rendido antes. Habitualmente lo que sabemos de Hitler como estratega nos ha sido transmitido por gente como von Rundstedt, Halder o Blumentritt. Gente de más de cincuenta años que había absorbido plenamente el ethos del Ejército alemán y que al mismo tiempo temían y menospreciaban a Hitler, al que consideraban injustamente como un cabo venido a más y un mero aficionado en cuestiones militares. Por eso resulta interesante lo que Hasso von Manteuffel, que tenía 48 años en 1945, tiene que decir sobre Hitler. “Hitler tenía una personalidad magnética y realmente hipnótica.” Eso hacía que muchos que iban a verle para defender una posición, sucumbiesen y saliesen de su reunión con Hitler convencidos de lo contrario de lo que habían venido a defender. Hitler había leído mucha literatura militar y eso unido a su experiencia militar, hacía que tuviese un buen conocimiento de la guerra al nivel del soldado y que supiese mucho sobre la moral de la tropa. En cambio, tenía poca idea de gran estrategia o de armas combinadas. Confundía las estadísticas con la realidad. No era consciente de que decir que dispones de cinco divisiones dice muy poco si no sabes el estado de su moral, si están en cuadro, de qué armas disponen… Hitler disponía de cierta intuición estratégica y originalidad y estaba dispuesto a adoptar nuevas ideas. Sus generales irritados con la falta de conocimientos técnicos de Hitler despreciaban sus ideas y no se paraban a considerar lo que pudieran tener de válido. Hitler, por su parte se veía frustrado por unos generales a los que encontraba anquilosados. Historia Tags Adolf HitlerAlemaniaB.H. Liddell HartBatalla de las ArdenasDesembarco en NormandíaGerd von RundstedtHasso von Manteuffelli Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 13 mar, 2024