Emilio de Miguel Calabia el 02 mar, 2024 El historiador militar británico B.H. Liddell Hart tuvo la rara oportunidad de hablar con muchos de los generales alemanes enemigos justo después de la II Guerra Mundial y apreciar cómo habían vivido y analizado muchos de los acontecimientos de la guerra. Liddell Hart arranca con su visión de Hitler como estratega. Tradicionalmente se ha considerado a Hitler un mal estratega y responsable en buena medida de muchas de las meteduras de pata del Ejército alemán. La visión que interesadamente dieron los generales alemanes fue que “todos los desastres del Ejército alemán se le atribuyeron a Hitler; todos sus éxitos al Alto Mando alemán”. Liddell Hart considera que Hitler era un buen estratega, incluso brillante. Entre sus virtudes enumera: un sentido sutil de la sorpresa; maestría en el dominio del aspecto psicológico de la estrategia y en saber cómo jugar con la mente de sus oponentes. Ese buen concepto de Hitler como estratega también lo tiene Stephen G. Fritz y lo elabora en “The First Soldier. Hitler as Military Leader”, que comenté aquí en agosto de 2021. Las virtudes estratégicas que Fritz le encontraba eran: 1) Era muy buen lector de mapas. Apenas veía un mapa, identificaba con presteza las mejores líneas de ataque; 2) Su capacidad de percibir las oportunidades antes que muchos de sus generales; 3) Su visión estratégica incluía los aspectos políticos y económicos. Los éxitos del primer año y medio de guerra le llevaron a sobreestimar su propio genio militar,- algo que también le ocurrió a Napoleón-, y a escuchar a sus generales en la campaña de Rusia menos de lo que hubiera debido. En su trato con éstos le favoreció su sentido de la disciplina que les impidió serle desleales o unirse para provocar su caída, algo que sólo ocurriría al final. Para Liddell Hart el peor defecto de Hitler era su negativa a aceptar las derrotas y su impulso de insistir en las ofensivas incluso cuando se veía que estaban condenadas al fracaso. A este defecto apuntado por Liddell Hart, Fritz añade cuatro más: 1) Quería conseguirlo todo con pocos medios y, como consecuencia, dispersaba sus fuerzas cuando hubiera debido concentrarlas; 2) Cuando las circunstancias no se ajustaban a sus planes, tendía a obviarlas; 3) En situaciones de tensión, ante crisis militares, perdía los nervios, se bloqueaba y era incapaz de tomar una decisión o, peor, adoptaba un comportamiento errático; 4) A medida que la guerra fue volviéndose más desfavorable para los alemanes, Hitler comenzó a confundir sus deseos con realidades y a autoconvencerse de que el enemigo reaccionaría de la manera que más convenía a los alemanes y no de la manera más lógica y probable. Igual que Alfred von Schlieffen, que murió en 1907, influyó enormemente sobre los planes alemanes al inicio de la I Guerra Mundial, el general que más influyó en el Ejército alemán de la II Guerra Mundial fue Hans von Seeckt, que murió tres años antes de que la guerra comenzase. Von Seeckt estuvo en el Estado Mayor del Primer Ejército del general Alexander von Kluck y allí vio como un plan brillante podía ser ejecutado desastrosamente. En 1915 ideó un método de ataque novedoso: lanzar las reservas contra los puntos débiles del enemigo y penetrar tanto como fuera posible; anteriormente se intentaba avanzar uniformemente en toda la extensión del frente y se lanzaban las reservas contra los puntos más duros. Convertido tras la guerra en Comandante en Jefe de la Reichswehr, el pequeño ejército de 100.000 hombres que los Aliados le habían permitido a Alemania en Versalles, la preocupación de Von Seeckt fue cómo burlar las cortapisas para devolver a Alemania su poderío militar. Para empezar, eligió como núcleo de la Reichswehr a 4.000 oficiales y 96.000 soldados muy profesionalizados que habían combatido en la I Guerra Mundial y que podrían servir de plataforma para crear un Ejército ampliado en cuanto se dieran las condiciones precisas. Ideó una serie de planes clandestinos para que esos militares pudieran acceder a entrenamiento en armas modernas como tanques y aviones, que Versalles había prohibido a la Reichswer en países como China, las repúblicas latinoamericanas, los países bálticos y la URSS. Más importante que lo anterior, cuyo efecto fue marginal, fue su influencia sobre las doctrinas de la Reichswehr. Sus principios fueron movilidad, sorpresa, flexibilidad, uso audaz de las reservas, desarrollo de métodos de comunicación en el frente, presencia de los mandos cerca del frente, para que pudieran seguir la batalla e impartir órdenes con mayor celeridad. Von Seeckt apostó por el entrenamiento de la juventud, buscando más la creación de una disciplina que su formación militar per se. Una carencia sorprendente para un hombre que valoraba tanto la movilidad es que apreció suficientemente la importancia de los tanques. Esa carencia sería subsanada por su sucesor, Werner von Blomberg, que sí que supo apreciar el papel que los tanques podían tener en la guerra moderna. Otra carencia más seria es que al buscar un Ejército profesional en el que no interfirieran los políticos, creó unas FFAA despolitizadas y puramente profesionales que no supieron resistirse a Hitler y los nazis. La Guerra Civil española fue utilizada por el Ejército alemán para ensayar nuevas armas y tácticas. Ingleses y franceses también la estudiaron con los mismos fines, pero extrajeron conclusiones diferentes y equivocadas. Allí donde los alemanes entendieron que los tanques eran más eficaces si actuaban en grupo y coordinados con la aviación, los franceses concluyeron que el mejor uso de los tanques era como una suerte de artillería móvil que apoyase a la infantería. La campaña fulgurante de Polonia probó sobre el terreno que los alemanes habían dado con la fórmula táctica adecuada, táctica que se vio reforzada por la libertad de acción que se dejó a los generales sobre el terreno. Se ha hablado mucho de la campaña de Francia de 1940 y la superioridad de las tácticas empleadas por los alemanes. El general Wilhelm von Thoma las resumió en seis principios: 1) Concentración de todas las fuerzas en el punto de ruptura y coordinación con la aviación; 2) Explotar los éxitos moviéndose por la noche, lo que favorecía penetraciones profundas en el dispositivo enemigo; 3) Dominio del aire, acompañado de la penuria de armamento anti-tanque del enemigo; 4) El hecho de que las divisiones blindadas llevaban combustible suficiente para 150-200 kms (esta ventaja se disiparía en las grandísimas estepas rusas); 5) Llevar raciones suficientes para nueve días; 6) Los comandantes de las divisiones armadas iban siempre muy adelante. Historia Tags Adolf HitlerB.H. Liddell HartCampaña de Francia 1940Hans von SeecktReichswehrStephen G. Fritz Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 02 mar, 2024