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La resistencia de la Monarquía Hispánica (y 2)

Emilio de Miguel Calabia el

(Esta imagen de Carlos II en actitud piadosa está más cerca de la realidad que el retrato de un Carlos II marcial y con armadura que trae la portada del libro de Storrs)

La presión fiscal se redujo durante el reinado de Carlos II y la Hacienda Real estaba razonablemente saneada a finales del reinado. Sin duda, al haber abdicado España de su objetivo de ser la potencia hegemónica, se redujeron notablemente sus gastos militares. Asimismo hubo recortes en gastos no militares, como los de la corte o los de los funcionarios. En este último caso, bien podían dejarse vacantes plazas, o bien podía retenerse parte de sus emolumentos.

La hegemonía española había sido muy dependiente de los ingentes recursos de as Indias. A partir de 1600 y, muy especialmente, de 1660 los ingresos procedentes de las Indias se derrumbaron. Las causas principales fueron tres: una disminución en la plata extraída, el deterioro de monopolios de la Monarquía y que una parte importante de los ingresos se gastaba a nivel local para la defensa. Esto último no era en absoluto negativo, ya que si esos fondos no se hubieran gastado localmente, habrían tenido que ser provistos por Madrid. Frente a lo anterior, el comercio de las Indias siguió siendo boyante.

Durante el reinado de Carlos II la política interior española vivió una situación de casi continua crisis. El sistema político giraba en torno al rey, lo que trajo problemas cuando ese monarca era un ser enfermizo y con cierto retraso mental. Para empeorar las cosas, Carlos II fue incapaz de concebir un heredero, algo que hubiera dado más estabilidad a su reinado.

A la muerte de Felipe IV asumió las riendas del gobierno su viuda, Mariana de Austria., la cual, contando con poca experiencia de gobierno, se apoyó en los consejos de su confesor, el padre Nithard, un jesuita austriaco que nunca fue aceptado por los aristócratas españoles. La situación doméstica se tensó aún mas por las ambiciones del hijo ilegítimo de Felipe IV, don Juan José de Austria., que quería participar en el gobierno. En 1669 Juan José de Austria marchó sobre Madrid, exigiendo la destitución del padre Nithard, lo que consiguió.

El conflicto se apaciguó mal que bien, pero resurgió en 1675 ante la aparición de un nuevo valido, Fernando de Valenzuela. Juan José de Austria intentó revolverse, pero se le mandó como comandante supremo a Italia. Al año siguiente Juan José de Austria marchó sobre Madrid con 10.000 hombres proporcionados por sus aliados entre la nobleza y empaquetó a Valenzuela rumbo al destino más lejano que encontró, Filipinas. A Mariana la desterró a Toledo e hizo una purga entre sus partidarios. Estos acontecimientos fueron inéditos en la España de los Austrias y hay quienes los han calificado como “el primer golpe militar de España”.

Juan José de Austria no tuvo mucho tiempo para gozar de su victoria. Murió en septiembre de 1679. La mujer de Carlos II, María Luisa de Orléans, intentaría aprovecharse del vacío de poder que había ocurrido, como también lo haría a su muerte la segunda esposa de Carlos II, Mariana de Neoburgo. La propia Mariana de Austria recuperó parte del poder que había perdido.

La falta de un heredero y las limitaciones de Carlos II hicieron que el verdadero poder recayera en los rangos más altos de la nobleza. Fue la alta nobleza la que hizo que el golpe de Juan José de Austria triunfase en 1675 y fue la alta nobleza también la que se deshizo del conde de Oropesa que fue el valido entre 1685 y 1691.

En un imperio tan extenso y variopinto como el español las relaciones centro-periferia revestían de una importancia crucial. La gran crisis de la Monarquía Hispánica de 1640 se debió a la guerra interminable y a las sublevaciones de los territorios periféricos a los que se quiso castellanizar y pedir que aportaran más recursos para la defensa de la Monarquía, ignorando sus leyes distintivas y sus fueros.

Durante el reinado de Carlos II los territorios de la periferia participaron más que antes en la defensa de la Monarquía. Las élites de los territorios periféricos se sintieron más vinculadas con Madrid. Madrid, por su parte, había aprendido la lección de 1640 y no intentó imponerse de la misma manera que entonces. En el caso de las Indias, el control real se debilitó y muchos de los ingresos generados por las mismas pasaron a ser consumidos in situ.

El resumen que hace Storrs de todo lo anterior es que la Monarquía se consolidó y fue más sólida de lo que se piensa. Hubo pérdidas territoriales, sobre todo en los Países Bajos y en las Indias, pero al mismo tiempo los españoles siguieron expandiéndose en ultramar. Lo importante es que no exageremos la comparación de la situación bajo el reinado de Carlos II con la de Felipe II cien años antes. También es importante que no exageremos el poder de los aliados y los enemigos de la Monarquía. En resumen, bajo Carlos II España seguía siendo un gran imperio y mantenía la capacidad para defender sus intereses.

 

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