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Hermanos enemigos (3)

Emilio de Miguel Calabia el

El final de la II Guerra Mundial en China vio cómo PCCh y KMT se preparaban para la guerra civil que sabían que vendría indefectiblemente después. La URSS, consciente de ello, en los compases finales de la guerra procuró echarle una manita al PCCh. Las tropas soviéticas entraron en Manchuria y llevaron consigo discretamente destacamentos chinos que habían huido a territorio soviético y permitieron que tropas comunistas chinas accediesen al territorio y se hiciesen con armas y municiones que los japoneses habían abandonado. Además retrasaron su salida de China hasta marzo de 1946 y facilitaron que las tropas comunistas chinas pudieran reemplazarlos.

Únicamente EEUU mantuvo hasta el final la ilusión de que sería posible evitar la guerra civil y formar un gobierno de coalición entre el KMT y el PCCh. A eso se añadía que algunos de los decisores norteamericanos detestaban la corrupción del régimen de Chiang Kai-shek e incluso veían con cierta simpatía idealista y romántica al PCCh, de cuyo grado de conexión con Moscú no eran del todo conscientes.

A pesar de la ayuda que prestó Stalin a los comunistas chinos en Manchuria en 1945, la realidad de la involucración de la URSS en la guerra civil china es mucho más complicada. De hecho, hay discrepancias entre los historiadores sobre las verdaderas intenciones de Stalin. Como puntos de partida, hay que tomar los siguientes: 1) A Stalin le movían ante todo el interés nacional y la realpolitik. Los comunistas extranjeros no dejaban de ser peones en el gran tablero geopolítico, que se podían sacrificar si ello convenía a los intereses supremos de la URSS. Toda lectura que se haga sobre la actitud soviética en la guerra civil china tiene que partir de esta realidad; 2) Stalin no consideraba al PCCh lo suficientemente marxista-leninista. El historiador Sergei N. Goncharov en “Socios inciertos: Stalin, Mao Zedong y la guerra de Corea” señala que Stalin no consideraba a Mao como un verdadero marxista y albergaba el temor de que la revolución china pudiera mutar en algo antimarxista y antisoviético; 3) Stalin dudaba de que el PCCh pudiera ganar la guerra y seguía pensando que una alianza entre el KMT y el PCCh, que permitiera al PCCh cobrar fuerza podría ser la mejor opción.

Una muestra de las ambigüedades de la política soviética es que a comienzos de 1949 se mostró favorable a mediar en los esfuerzos de paz que estaba llevando a cabo EEUU. Más tarde, en abril de ese mismo año, se opuso a que el Ejército Popular de Liberación cruzase el río Yangtsé. Stalin prefería que China se mantuviese dividida entre el norte comunista y el sur del KMT. Las razones habituales que se aducen son: 1) Temía que la invasión del sur llevase a la implicación militar de EEUU en el conflicto; 2) Una China dividida distraería a EEUU de Europa, que era el campo de batalla que realmente interesaba a Stalin y le obligaría a desviar recursos hacia Asia. A esas dos razones yo añadiría acaso una tercera; no la he visto escrita en ninguna parte, pero no me parecería inverosímil: Stalin temía una China unida y fuerte al otro lado de la frontera. Una cosa era una Península coreana unificada y otra muy distinta, una China unida.

Mao no escuchó a Stalin, cruzó el Yangtsé y para el 7 de diciembre de 1949 había ganado la guerra civil. Mao contaría más tarde su encuentro con Stalin tras la guerra. Según Mao, las primeras palabras de Stalin fueron: “A los vencedores no se les debe culpar”. Mao añadió: “[Stalin] no nos reprochó por no haber seguido su consejo. Al contrario, reconoció que éramos los vencedores.” Pues eso, el realista que era Stalin sabía que lo importante era que los comunistas chinos habían ganado y que había que aceptarlo y ver cómo compaginarlo con los intereses más amplios de la URSS.

En la recta final de la guerra civil, Mao anunció que la política exterior de China se guiaría por los siguientes tres principios: 1) “Comenzar desde cero”, esto es denunciar y no reconocer cualesquiera acuerdos que hubiera concertado previamente el KMT y hacer tabla rasa en política exterior; 2) “Poner la casa en orden antes de tener invitados”, es decir, tratar a todos los representantes diplomáticos ante el KMT como ciudadanos particulares extranjeros; 3) “Inclinarse hacia un lado”. Evidentemente ese lado era el socialista. Los bloques de la Guerra Fría ya se habían consolidado e ideológicamente no cabía duda de que China caía del lado comunista.

En septiembre de ese año, las grandes líneas de la futura política exterior china se perfilarían aún más. El Comité Nacional de la Conferencia Política Consultiva estableció como directrices: 1) La protección de la independencia, la libertad, la integridad territorial y la soberanía nacionales; 2) La paz y cooperación amistosa y duradera con los pueblos de todos los países. Típica retórica comunista, que luego sería trasladada al Movimiento de los No-Alineados; 3) Oposición a la política imperialista de agresión y guerra.

 

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