Emilio de Miguel Calabia el 07 ago, 2021 La Operación Barbarroja se desarrolló exactamente como los juegos de guerra habÃan pronosticado. En sus primeros compases, los alemanes conquistaron grandes extensiones de territorio e hicieron muchos prisioneros, pero no consiguieron noquear al Ejército soviético. Y lo peor fue en el proceso los ejércitos alemanes se desgastaron y se vieron entorpecidos por todos los problemas logÃsticos y de transporte que los juegos habÃan pronosticado. En la segunda mitad de julio empezó a hacerse evidente que los alemanes no podrÃan conseguir todos sus objetivos antes del invierno. A Hitler también se le hizo evidente que Halder le habÃa engañado y que durante todo el tiempo habÃa estado persiguiendo el objetivo de conquistar Moscú, en contra de sus indicaciones. El problema no era si la estrategia de poner toda la fuerza en el centro y cargar contra Moscú era mejor que la de poner el esfuerzo principal en los flancos. El problema es que los alemanes se habÃan metido en la boca más de lo que podÃan masticar y los soviéticos habÃan resultado mejores combatientes y más obstinados de lo que se habÃa esperado. La destrucción de los ejércitos soviéticos al oeste del Dvina y el Dnieper no se habÃa producido, como tampoco se habÃa producido el colapso del Estado soviético. La guerra relámpago en la URSS habÃa fracasado, pero muchos generales no querÃan verlo. Mientras se hacÃa una pausa para reabastecer a las tropas, los alemanes comenzaron a considerar qué hacer a continuación. Era evidente que carecÃan de fuerzas para presionar en todo el frente. HabÃa que seleccionar un eje de avance. Halder seguÃa obsesionado con Moscú, pero Hitler impuso un alto en el centro y una concentración del esfuerzo en Ucrania y la cuenca del Donetsk. Esta decisión de Hitler ha sido muy criticada y se ha dicho que puede que frustrara la conquista de Moscú en el otoño de 1941. Fritz, en cambio, la apoya. Estaba claro que la campaña de Rusia no iba a terminar en 1941. Alemania necesitaba mejorar su base económica para una guerra que se iba a prolongar y los recursos que necesitarÃa para esa guerra se encontraban en el Ucrania y en el Donets. Al contar este episodio, Fritz rebate la tesis tradicional de un Hitler que imponÃa sus decisiones a la manera que lo hacÃa Stalin. A Hitler le costó seis semanas convencer a sus generales de que habÃa que cambiar de eje de ataque. Aun asÃ, en esas semanas salió el Hitler irresoluto, que aparecÃa cuando las cosas se torcÃan. Tras haber conseguido un gran éxito en Kiev y haber penetrado profundamente en Ucrania, Hitler dejó que Halder volviera a imponer su opinión de que habÃa que tomar Moscú. El 2 de octubre comenzó la Operación Typhoon, el ataque contra Moscú. Los generales alemanes en general estaban optimistas. CreÃan que se podÃa capturar Moscú y tal vez, con eso, poner fin a la guerra con la URSS. El inicio de la operación parecÃa dar pie a ese optimismo. El cierre de las bolsas Vyazma y Bryansk costó a los soviéticos 673.000 hombres y 1.300 tanques. Como de costumbre, el éxito alimentó la ambición de Hitler y Halder que fijaron nuevos objetivos a sus fuerzas, en lugar de concentrarlas contra Moscú, y acaso desperdiciaron la última posibilidad real que les quedaba de tomar la capital. Para comienzos de noviembre, la situación alemana se habÃa vuelto desesperada. Les faltaban provisiones y combustible. Las lluvias habÃan convertido las carreteras (si es que podÃa denominárselas asÃ) en barrizales. Las tropas estaban agotadas, los transportes y los blindados necesitaban piezas de recambio. Los soviéticos estaban cada vez mejor atrincherados. No obstante, Halder seguÃa pensando que aún podÃa tomarse Moscú con un último esfuerzo cuando el suelo se helase y antes de que empezasen las primeras nieves. Aún se hacÃa ilusiones de que los soviéticos lo estaban pasando peor que los alemanes y de que el que más aguantara de los dos acabarÃa venciendo. Muchos generales alemanes lo veÃan descabellado; eran conscientes de que las tropas habÃan llegado al final de su resistencia. Hitler estuvo extrañamente ausente durante el desarrollo de la Operación Typhoon. Por más que Halder le dijera que la clave de la campaña estaba en la captura de Moscú y que era conseguible, Hitler era consciente de que no habÃan conseguido los objetivos de la Operación Barbarroja y de que la iniciativa se le estaba escapando de las manos y habÃa caÃdo en una suerte de resignación fatalista. El ataque japonés contra Pearl Harbour el 7 de diciembre le dió nuevas esperanzas. Esperaba que Japón forzase a EEUU a centrarse en el PacÃfico y que, por lo menos hasta 1943, EEUU no estarÃa en condiciones de intervenir en Europa. Esto le daba un año extra para acabar con la URSS. Además, ahora que EEUU habÃa entrado en la guerra, Alemania podÃa declararle una guerra submarina sin restricciones. No obstante, hay testimonios que apuntan a que para comienzos de 1942 Hitler ya se habÃa dado cuenta de que no podÃa ganar la guerra. Tras el fracaso ante Moscú, Hitler comenzó a interferir más estrechamente en la conducción estratégica de la guerra y comenzó a promover a generales más jóvenes y, si era posible, nazis convencidos. Estaba convencido, en parte con razón, de que habÃa salvado a la Wermacht de una catástrofe de proporciones napoleónicas al ordenar resistir en el puesto al contraataque ruso y negarse a dar la orden de retirada como querÃan sus generales. Comenzó a menospreciar a los oficiales profesionales que se manejaban mejor con los mapas que bajo con fuego enemigo. QuerÃa generales que demostrasen la misma templanza y aguante que él pensaba que habÃa demostrado en esas semanas cruciales, generales combativos, capaces de soportar la presión de estar bajo el fuego enemigo. Historia Tags Adolf HitlerFranz HalderHistoria militarII Guerra MundialOperación BarbarrojaOperación TyphoonStephen G. Fritz Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 07 ago, 2021