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El imperio que nació de un ataque de celos (2)

Emilio de Miguel Calabia el

La conquista del imperio de Annam siguió el patrón habitual de los colonialismos: aprovecharse de los momentos de debilidad y utilizar las excusas más espúreas para ir adueñándose de territorias y prerrogativas soberanas, vaciando lentamente de poder real a la autoridad del emperador. A los soberanos indígenas no solían quedarles más que dos opciones. O bien, en un arrebato de dignidad, resistirse, aunque el destino final fuese la derrota y el exilio en alguna isla apartada propiedad del nuevo dueño colonial, o bien aceptar lo inevitable, ceder y convertirse en marionetas de la potencia colonial.

La incorporación de Annam al imperio francés requirió dos pasos. El primero fue que China renunciase al vasallaje de Annam, al que veía como un estado tampón que protegía su frontera sur. Tras una serie de combates en Tonkín, en los que Francia venció a las fuerzas annamitas y chinas, los chinos, atenazados por múltiples problemas, reconocieron su derrota y por el Convenio de 11 de mayo de 1884, renunciaron a su dominio sobre Annam. Sin la ayuda china, los annamitas se vieron obligados a ceder. Por el Tratado de 6 de junio de 1884 reconocieron el protectorado francés.

El colonialismo llevaba inserto un motor que le impelía a la expansión continua. Era como si los colonialistas europeos no pudieran saciarse nunca con sus conquistas y necesitasen constantemente ir más allá.

Antes incluso de que hubiese concluido la conquista de Annam, los franceses ya habían puesto sus miras sobre Birmania. El reino birmano, truncado y sin acceso al mar tras dos guerras desastrosas contra los ingleses, buscaba aliados en el extranjero que le ayudasen a mantener su independencia precaria. Francia era el Estado más prometedor. Entre 1872 y 1885 franceses y birmanos mantuvieron contactos comerciales, cuya finalidad última era garantizar la independencia de Birmania. Por el lado francés, lo principal era evitar que a través de Birmania, el Reino Unido tuviese acceso al sur de China y abriese una vía competidora de la de Tonkin. El Reino Unido acabó enterándose de las negociaciones franco-birmanas y eso fue el detonante de la Tercera Guerra Anglo-birmana (7-27 de noviembre de 1885), por la que el Reino Unido acabó anexionándose lo que quedaba de Birmania.

Otra preocupación francesa en ese período fue afianzar su protectorado sobre Camboya, lo que consiguió por el Convenio de 17 de junio de 1884, que vació de todo poder real a la Monarquía camboyana. También en ese período hubo de hacer frente a la mayor rebelión anticolonial que se produjo en el país.

Como a las potencias coloniales el trabajo se les acumulaba, a mediados de 1885 surgió el problema de los principados laosianos. Las relaciones internacionales en el Sudeste Asiático tradicional se han definido como un mandala. Cuanto más cerca de la capital, un Estado ejercía más su poder. A medida que uno se alejaba, su poder iba dejándose sentir cada vez menos. Esto hacía que nunca estuviera claro el estatus de los Estados de la periferia, que podían disponer de una gran autonomía e incluso reconocer la soberanía de dos o tres señores al mismo tiempo. Aunque el principal señor de los principados laosianos era el reino de Siam, en determinadas partes del territorio habían ejercido también su dominio el imperio chino y el annamita. La situación era tan incómoda como desconcertante para una potencia tan cartesiana como Francia.

La solución al problema fue la habitual en las potencias coloniales. Primero se formó un grupo de presión,- la Sociedad del Alto Laos-, compuesto por comerciantes y funcionarios, que comenzó a presionar en favor de un protectorado francés en Laos. A este grupo de presión se le sumó pronto la Sociedad de Misiones Extranjeras, que buscaba poder evangelizar con mayor libertad tanto en Laos como en Siam. Estos grupos fueron creando un paroxismo sobre la cuestión laosiana que poquísimos años antes no existía y que hizo de ésta una cuestión política. Cuando en 1893 un inspector francés de la milicia y su escolta fueron masacrados, probablemente por bandidos, la cuestión estalló.

La tentación de utilizar el pretexto para establecer un protectorado francés sobre Siam fue fuerte en algunos sectores. Gran Bretaña no apoyó a Siam en la controversia, pero dejó claro a Francia que arrebatarle territorios periféricos era una cosa y establecer un protectorado era otra. Así las cosas, el 3 de octubre de 1893 se firmó el Tratado franco-siamés por el que Siam cedía a Francia la orilla izquierda del Mekong y las islas del río. El Laos francés había nacido. Una observación adicional: sin este Tratado y la intervención francesa lo más probable es que la nación de Laos no existiría a día de hoy. Laos habría terminado convirtiéndose en una provincia tailandesa, como le ocurrió al antiguo reino de Lanna, entre Siam y Birmania.

 

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