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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Poniéndonos las pilas (1)

Emilio de Miguel Calabia el

Existe un malestar difuso en la UE provocado por la percepción de que la UE se está quedando rezagada con respecto a EEUU y China. Y, como suelo decir, en las relaciones internacionales la percepción es el 90%. En septiembre se publicó el Informe Draghi, un informe lúcido de 400 páginas que lleva el título de “El futuro de la competitividad europea” y que señala el camino que la UE debería tomar si no quiere perder posiciones económicas y desea mantener su relevancia.

Siempre me fijo en la descripción que los informes y las estrategias hacen de la coyuntura que desean corregir. Draghi identifica como el principal problema la ralentización del crecimiento desde comienzos del siglo XXI y la brecha creciente con EEUU, causada por la ralentización (y ya van dos veces seguidas que sale la palabra) del crecimiento de la productividad europea. Lo anterior no preocupó demasiado porque la UE se estaba beneficiando de una coyuntura favorable: un florecimiento del comercio internacional bajo unas reglas multilaterales, el paraguas de seguridad norteamericano, que permitía mantener unos presupuestos de defensa bajos, una geopolítica estable (no sé lo que Draghi entiende por una geopolítica estable. Tal vez el último año geopolíticamente “bueno” fuera 2007 y aun así ese año teníamos dos conflictos importantes en Afganistán e Iraq) , que hacía que las dependencias económicas no pareciesen graves.

Nada de lo anterior es ya válido. La era del crecimiento rápido del comercio mundial ha pasado y la competencia ha aumentado (aun siendo cierto, yo no me encuentro entre los que piensan que nos encaminamos hacia una desglobalización salvaje). La UE ya no tiene acceso a la energía rusa barata. Donde ayer éramos dependientes hoy somos vulnerables. Nos hemos quedado rezagados en el cambio tecnológico que ya ha empezado a gobernar la economía. Ya no tenemos una población en ascenso que propulse el crecimiento.

Los desafíos que Draghi identifica son:

1) Cerrar la brecha de innovación con EEUU y China. Pocas empresas europeas logran ser disruptivas. Están especializadas en tecnologías maduras donde hay poco margen para nuevos descubrimientos. Gastan menos en investigación e innovación que sus pares en EEUU. No logramos convertir nuestra I+D en productos comercializables. Algo parecido le pasó en su día a la industria militar soviética, que no fue capaz de convertir su investigación en productos de consumo, algo que la industria militar norteamericana sí sabía hacer; ya sabemos cómo terminó la historia.

Debemos acelerar la innovación y encontrar nuevos motores de crecimiento. Esto segundo es imprescindible toda vez que nuestras compañías sufren una doble presión. Por un lado una demanda exterior más débil, sobre todo de China, y un incremento de la competencia por parte de las compañías chinas. Son los avances tecnológicos los que impulsarán nuestro crecimiento futuro, pero Europa está quedándose rezagada. Precisamente, la principal razón de la brecha en el crecimiento de la productividad entre Europa y EEUU es que la primera no logró capitalizar la primera revolución digital liderada por internet; no se crearon nuevas compañías tecnológicas y no se difundió la tecnología digital en la economía. Lo mismo nos está pasando ahora con la computación cuántica y con las tecnologías de la nube.

2) Descarbonizar la economía sin afectar a la competitividad. Resulta imprescindible si queremos seguir siendo competitivos. Los precios de la electricidad en Europa son entre 2 y 3 veces más caros que en EEUU y los del gas natural entre 4 y 5 veces. No sólo influye la falta de recursos naturales energéticos de Europa, sino la estructura del mercado de la energía, que impide que los beneficios de la energía limpia se reflejen en las facturas, mientras que los impuestos elevados y las rentas capturadas por los intermediarios financieros suben los costes de la energía. Otro de los problemas es la competencia china en áreas como el vehículo eléctrico o las tecnologías limpias mediante una combinación de políticas industriales y subsidios a gran escala, innovación rápida, control de materias primas y un mercado de dimensiones continentales.

3) Aumentar nuestra capacidad de defensa, algo cada vez más acuciante en una era de inestabilidad geopolítica. Recuerdo que esto último ya aparecía en la Brújula Estratégica para la Seguridad y la Defensa que el Consejo de la UE aprobó el 21 de marzo de 2022. La industria de la defensa europea está demasiado fragmentada y se ve lastrada por la falta de estandarización e interoperabilidad de los equipos.

Dado que Draghi dice poco que no intuyéramos ya, la gran pregunta es: ¿qué nos está frenando? Draghi lo tiene claro: 1) Nos falta foco. Elaboramos objetivos comunes, pero luego no fijamos prioridades claras o los acompañamos con acciones integradas (aquí Draghi le pega un viaje a la obsesión reguladora de la UE); 2) No nos coordinamos. Seguimos con los mismos procesos de toma de decisiones lentos y descoordinados que teníamos cuando el entorno global era menos hostil y complejo. Las decisiones se toman tema por tema y con la posibilidad de veto por parte de los distintos actores.

 

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