Emilio de Miguel Calabia el 25 feb, 2023 Harvey considera que el Estado neoliberal era inherentemente inestable. Se le pedÃan ante todo tres cosas incompatibles: 1) Que se sentase en el asiento de atrás y no interfiriese en el funcionamiento de los mercados; 2) Que promoviese un buen clima de negocios (¿cómo? ¿no habÃamos quedado en que no tenÃa que interferir?); 3) Que operase en la polÃtica global, defendiendo las recetas neoliberales. Desgraciadamente la polÃtica global es mucho más que la mera economÃa, como el mundo descubrirÃa dos décadas más tardes. En el más difÃcil todavÃa, el Estado tenÃa que conseguir esas tres cosas contradictorias al tiempo que se aseguraba el apoyo de los ciudadanos, que entretanto habÃan visto cómo sus intereses eran preteridos frente a los de las grandes compañÃas. Ya a la altura de 2005 Harvey veÃa que en último extremo esas contradicciones acabarÃan llevando al autoritarismo, al populismo y a la anomia, toda vez que nos habÃamos cargado a la sociedad civil y habÃamos dado primacÃa a la libertad de empresa sobre todas las demás libertades. El análisis de Harvey es certero, pero los males que presagiaba tardaron unos años todavÃa en venir. Fue la crisis de 2008, que golpeó duramente los niveles de vida de aquéllos que no la habÃan provocado y enriqueció a muchos que sà que la habÃan provocado, lo que llevó a la crisis polÃtica actual. Trump estaba implÃcito en el análisis de Harvey. Harvey en 2005 pensaba que estaba alumbrándose una respuesta a la inestabilidad del Estado neoliberal en el neoconservadurismo. El neoconservadurismo está de acuerdo con el neoliberalismo en casi todo. Su principal discrepancia estribaba en el concepto de orden social. El neoliberalismo niega la existencia de la sociedad; lo que hay son individuos tratando de maximizar sus intereses individuales, actuando en un mercado anárquico y sin más regla que la eficacia. Los neoconservadores querÃan recuperar la moral y para ello introducir mecanismos de control social basados en ella. Con el neoconservadurismo, las élites y los intereses empresariales se alÃan y crean una base electoral fundada en lo que se dio en llamar “la mayorÃa moralâ€, un invento que, paradójicamente, tuvo mucho atractivo para las clases blancas desfavorecidas a las que el neoliberalismo estaba arrumbando. Los elementos en torno a los cuales se aglutinó esa “mayorÃa moral†fueron: el nacionalismo cultural, la supremacÃa moral de sus defensores, el cristianismo de tipo evangélico, los valores familiares, el anti-abortismo y el antagonismo a una serie de movimientos sociales (homosexuales, lesbianas, ecologistas…). En la segunda mitad de los noventa tuvimos un anticipo de los problemas que podÃa traer el neoliberalismo desenfrenado. La crisis “tequila†de 1994, que comenzó en México y terminó afectando a varios paÃses latinoamericanos; el caos del paso del comunismo al capitalismo que se realizó en Rusia aplicando recetas neoliberales y que dañaron el tejido social y crearon una oligarquÃa corrupta; la crisis asiática, que comenzó en Tailandia en 1997 y se extendió a otros paÃses de Asia. El FMI quiso aprovechar la crisis asiática para desmantelar el estilo de Estado desarrollista que habÃa surgido en dicho continente y que habÃa propiciado varias décadas de desarrollo acelerado. Pero fue aquà donde por primera vez se cuestionaron abiertamente sus recetas neoliberales. El FMI sufrió una pérdida de prestigio de la que nunca se recuperó plenamente. Al final del libro Harvey hace balance de los que habÃan dado de sà los más de 20 años de neoliberalismo que habÃan transcurrido a esas alturas. Su balance no puede ser más deprimente. El neoliberalismo no habÃa conseguido, ni de lejos, devolvernos las saneadas tasas de crecimiento de los sesenta. Más que generar riqueza, habÃa redistribuido la riqueza existente en favor del 1% de la población. HabÃa provocado la financialización de la economÃa, cuyos desastrosos efectos verÃamos en 2008. HabÃa hecho que todo se convirtiese en mercancÃa de cambio: “La conversión de todo en mercancia asume la existencia del derecho a la propiedad por encima de los procesos, las cosas y las relaciones sociales, a las cuales se puede poner un precio y que pueden ser comerciadas mediante un contrato legal.†Esta mercantilización de la sociedad y de todo lo humano ya la habÃa detectado Jeremy Rikfin en su libro “La era del accesoâ€, que data de 2001 y aún explica muy bien procesos que estamos viviendo en estos momentos. La terapia de choque aplicada a diversos Estados ex-comunistas habÃa tenido unos resultados desastrosos (caÃda de la renta per cápita en Rusia del 3,5% anual en los noventa, por ejemplo. Putin en buena medida es un producto de aquellos años tumultuosos en Rusia). Estancamiento económico en buena parte de Latinoamérica, cuando no iba seguido de rachas de crecimiento que desembocaban en colapsos (caso sobre todo de Argentina). Los dos únicos logros del neoliberalismo fueron la reducción y control de la inflación y el descenso de la pobreza global, aunque esto se produjo más por el crecimiento económico que tuvieron China y la India, dos paÃses donde el Estado mantuvo su influencia sobre la economÃa y donde no se aplicaron las recetas neoliberales. La lectura del libro de Harvey hace que uno se acaricie la barbilla pensativo y se pregunte cómo no vimos venir hacia dónde nos estaba conduciendo el neoliberalismo y los intereses que habÃa detrás. Pero ya es tarde para lamentarse. Es el momento de repasar lo vivido y no repetir los mismos errores. Otros temas Tags David HarveyFMINeoconservadurismoNeoliberalismo Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 25 feb, 2023