Emilio de Miguel Calabia el 28 ago, 2020 (El Primer Ministro Hun Sen) Vietnam invadió Camboya en diciembre de 1978 utilizando las viejas recetas de las invasiones soviéticas. Primero creó un Frente Unido Camboyano de Salvación Nacional (FUNSK) sobre la base de oficiales khmeres rojos que habían desertado para salvar sus vidas y puso al frente a Heng Samrin. Los vietnamitas negaron desde el primer momento que estuvieran librando la guerra y mantuvieron la ficción de que quien la libraba era el FUNSK. Apenas liberada Phnom Penh, el FUNSK se constituyó en gobierno y en febrero de 1979 pidió oficialmente a Vietnam que estableciese tropas vietnamitas en el país para garantizar la paz y la seguridad. Los avatares de las relaciones internacionales hicieron que los vietnamitas, que habían liberado a Camboya de un régimen genocida, pero estaban aliados a la URSS, fueran tratados como apestados, mientras que los khmeres rojos recibieron el apoyo de la comunidad internacional, porque tenían los amigos adecuados. La década de los ochenta sería la década del conflicto camboyano. Por cuestiones de geopolítica (básicamente el temor a un Vietnam expansionista y aliado de la URSS) la comunidad internacional (esencialmente China, EEUU y los países de ASEAN) apoyaba a los enemigos del régimen pro-vietnamita de Phnom Penh, aunque fuese tapándose la nariz para no oler el tufo a muerto que enamaban los khmeres rojos. Las fuerzas anti-vietnamitas deseaban que los vietnamitas abandonasen Camboya y el régimen pro-vietnamita cayese, pero no querían que los sustituyesen los khmeres rojos. Para evitarlo, recurrieron a dos estrategias. La primera fue tratar de reforzar las capacidades militares de las milicias monárquicas del FUNCINPEC (Frente Unido por una Camboya Independiente, Neutral, Cooperativa y Pacífica) y la del liberal Frente de Liberación Nacional Popular Camboyano (KPNLF) para dotarlas de una mayor legitimidad, toda vez que las únicas fuerzas militares anti-vietnamitas realmente eficientes eran las de los odiados khmeres rojos. La segunda fue la creación de una plataforma que englobase a las tres fuerzas combatientes, el Gobierno de Coalición de Kampuchea Democrática (CGDK), que se convirtió en el único representante del Estado camboyano que la comunidad internacional reconocía. El final del conflicto camboyano se produjo por cansancio de todas las partes. Vietnam estaba deseando acabar con su aislamiento y recomponer los puentes con la comunidad internacional. La comunidad internacional se había cansado del conflicto, una vez que había quedado claro que el expansionismo vietnamita se había frenado y que la URSS de Gorbachov en proceso de desmantelamiento no tenía ganas de aventuras en el Sudeste Asiático. Una vez que las grandes potencias descubrieron que en el nuevo contexto Camboya no era tan importante para sus intereses, la paz llegó rápido. El 23 de octubre de 1991 se firmaron los Acuerdos de Paz de Paris, en virtud de las cuales NNUU estableció una autoridad de transicion que debería conducir al país a las elecciones de mayo de 1993. Todo este rollo que he contado hasta ahora, es para presentar el libro “Cambodia’s Second Kingdom. Nation, Imagination and Democracy” de Astrid Norén-Nilsson, que analiza las narrativas que adoptaron las fuerzas camboyanas en conflicto y cómo se situaron con respecto a la Historia reciente del país. Me pareció que sin un repaso a la Historia reciente de Camboya, algunos de los comentarios no se iban a entender bien. Hay períodos como el de la República Khmer o en de los khmeres rojos, que me los he saltado porque ya he hablado de ellos en este blog. Antes de referirme a las tres fuerzas políticas principales sobre las que trata el libro, quiero hacer un apunte sobre los khmeres rojos. Los khmeres rojos además de asesinos, eran inflexibles y maximalistas. No entendieron que los Acuerdos de Paz de Paris eran la única manera que tenían de integrarse en la vida política camboyana y que no tendrían más oportunidades. Desde el primer momento demostraron su mala fe. Tal vez esperaban que NNUU les allanase el camino, apartando al gobierno de Phnom Penh. Cuando vieron que no sería así, se negaron a entregar las armas y anunciaron que boicotearían las elecciones. Si hubieran participado en las elecciones, dudo que hubieran sacado más de tres o cuatro parlamentarios, pero al menos habrían quedado más o menos legitimados. NNUU valoró su peso real: controlaban algunas zonas próximas a la frontera y ejercían poder sobre menos del 1% de la población camboyana. El país podía pasarse sin ellos. Efectivamente, los años siguientes verían un goteo continuo de deserciones hasta su disolución final en 1999. Y habiendo hecho ese inciso sobre esos despreciables asesinos genocidas pasemos a ver cómo se reinventaron y qué narrativas escogieron las otras tres fuerzas políticas en liza. El Partido Popular Camboyano (PPC) es el sucesor del Partido Revolucionario Popular Kampucheano (KPRP) que se creó tras el establecimiento del régimen pro-vietnamita. A mediados de los ochenta Hun Sen reemplazó a Heng Samrin al frente del partido y con él se produjo un abandono paulatino de la vieja ortodoxia marxista-leninista. Stephen Heder, uno de los grandes especialistas sobre Camboya, dice que ya a comienzos de los 90 el PPC había abandonado el burocratismo socialista en favor del capitalismo autoritario de amiguetes (“crony capitalism”), que es un modelo que ha tenido mucho éxito en Asia. Nóren-Nilsson explora con mucha atención la identificación de Hun Sen con el Rey del siglo XVI Sdech Kan. Sdech Kan procedía de la plebe y había sido educado en palacio a raíz de que su hermana se convirtiera en concubina del Rey Srey Sokonthor Bat. Una noche el Rey soñó con un dragón que le expulsaba de palacio y, a raíz de varias señales, llegó a la conclusión de que Kan era un peligro para su Corona. El Rey urdió un plan para deshacerse de Kan, pero su hermana se enteró y le puso de sobreaviso. Kan se escapó al este del país, levantó un ejército y en 1512 derrocó a Sokonthor Bat y se sentó en el Trono. Kan fue un Rey justo y preocupado por el bienestar de sus súbditos. Hasta ahí está la parte bonita de la historia y aquélla sobre la que le gusta insistir a Hun Sen. Porque resulta que la historia tiene una parte más sombría. En 1516 estalló una guerra civil y en 1525 Sdech Kan fue asesinado por las tropas de su rival. La historia, como apunta Norén-Nilsson, es más ambigua de lo que parece y se presta a lecturas diferentes: ¿fue Kan un Rey del pueblo que se enfrentó a un Rey injusto o fue un traidor que derrocó y mató a su legítimo señor? ¿Suena raro que un ex-líder comunista se identifique con la figura de un Rey del pasado? Hun Sen es un personaje complejo y de alguna manera se le puede ver como el digno heredero de Sihanouk. Se sabe que cuando Sihanouk regresó a Camboya a comienzos de los 90 Hun Sen lo trató con deferencia y que ambos mantuvieron una relación de respeto mucho. Eran dos animales políticos en estado puro y cada uno supo reconocer en el otro una imagen de sí mismo. He leído en alguna parte, que ahora no encuentro, que Sihanouk veía como su heredero más a Hun Sen que a su propio hijo Norodom Ranariddh. Norén-Nilsson señala que de alguna manera Hun Sen puede verse a sí mismo de forma parecida a como Sihanouk se veía, como la encarnación de la nación, su protector y el garante de su bienestar. La historia de Sdech Kan cumple muchas funciones para Hun Sen. Por un lado muestra que el Trono no está vedado a un plebeyo (Hun Sen nació en una familia pobre) y le vincula a un Rey que se puede presentar como un Rey justo y preocupado por su pueblo (que lo fuera o no históricamente, es irrelevante. Los mitos no necesitan de la verdad histórica sino que les basta con que los hombres se los crean y se sientan apelados por ellos). Por otro, le permite vincularse a la Monarquía y a cualquier mística que aún pueda tener. El significado que pueda tener la Monarquía para el camboyano de 2020 es complicado. Cuando Norodom Sihanouk volvió a Camboya en los noventa y fue aclamado popularmente, ¿lo era porque era Sihanouk o porque era el Rey? ¿Hasta qué punto Sihanouk al autoproclamarse como padre de la nación no vació a la institución monárquica de contenido? La historia de Sdech Kan contiene elementos que pueden ser aprovechados por el PPC. Igual que Sdech Kan derrocó a un Rey injusto, el PPC puede aducir que con ayuda vietnamita, derribó un régimen criminal y salvó al país. Después de cuarenta años dirigiendo el país sin interrupción y de haber mejorado los niveles de vida, el PPC puede llegar a verse a sí mismo como la encarnación de la nación, un poco como sucedía con el Movimiento Nacional. La democracia orgánica franquista es siempre una tentación: todo el pueblo en torno a su/s líder/es sin necesidad de que se exprese en elecciones libres, que son siempre un tostón y a veces te pueden dar sorpresas desagradables. 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