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Blogs El bochinche venezolano por Ludmila Vinogradoff

Un apagón de luz nacional

Ludmila Vinogradoff el

El apagón del viernes 27 de junio, que empezó a las 14:00 y terminó a las 17:00 horas, justo al finalizar la jornada laboral y de la semana, puso a prueba la capacidad de movilización que tienen los trabajadores venezolanos cuando sus medios de transporte  colectivos colapsan por una falla eléctrica que es comparable a cuando se corta el suministro de combustible en las estaciones de gasolina.

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La paralización de la energía eléctrica, que esta vez afectó a más de 16 de los 23 estados del país, no ha podido ser más inoportuna pues se trataba de un fin de semana cuando los trabajadores regresan a sus hogares usando las rutas interurbanas que se vieron colapsadas por el exceso de pasajeros de a pie.

Caracas tenía el privilegio de no sufrir apagones de luz porque el difunto Hugo Chávez quería que la capital no se viera afectada por el déficit de la energía. Al comandante no le importaba que el resto del país, el 95% de los venezolanos, tuviera que vivir con la luz racionada y unos cortes de electricidad que dañan los equipos sin que nadie se haga cargo de su reparación.

En anteriores apagones el gobierno culpaba al imperio de los EEUU o a las iguanas u otros animales rastreros que se comían los cables de las estaciones de electricidad. Sin embargo, nunca se comprobó la culpabilidad de estos animalitos. Esta vez,  el presidente Nicolás  Maduro culpa a un fuerte  ventarrón que ha tumbado  las torres que sostenían los cables de la red del sistema eléctrico nacional.

Eso fue en el interior del país,  pero en el Metro de Caracas que transporta diariamente cerca de dos millones de pasajeros tuvo que cerrar sus puertas y dejar en la calle a su clientela. En la estación principal de Chacaíto los usuarios del subterráneo salieron a la calle y era tal el volumen de gente que parecía una marcha o una manifestación,  de las que convoca la oposición para protestar contra el gobierno.

Dentro de los vagones del Metro los pasajeros descargan su furia contra las autoridades y especialmente contra  Maduro cuando son pillados al interior de la oscuridad y no hay nadie que les informe del incidente por el que se ven obligados a permanecer a ciegas en el subterráneo y no ven luz al final del túnel porque la esperanza no intenta salir de esa contingencia durante horas.

 

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