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Blogs El bochinche venezolano por Ludmila Vinogradoff

María Teresa Castillo se va tras vivir 103 años

Ludmila Vinogradoff el

Vivir un siglo entero es ya una proeza, pero 3 años más, de ñapa,  una eternidad. Pasar de un siglo a otro, en buenas condiciones mentales,  es un lujo que no se lo da cualquier persona.  Así podría resumirse la vida de María Teresa Castillo, una venezolana maravillosa y  excepcional, que ayer nos dejó en la madrugada sin que nadie la sintiera,  como una pajarita que silencia su canto en la pradera.

María Teresa Castillo

La vimos en su cofre, reposando ahí tras vivir 103 años, bien vividos, digna como una diosa, sin otros amantes que los que la amaron por ser ella misma, siempre auténtica, cariñosa, hermosa en alma y cuerpo. Tenía una fuerza en el espíritu para animar y estimular que pocas personas tienen. Ella, sin embargo, siempre supo transmitir ese empuje. Era una madre. Fue una madre. Pocas mujeres saben transmitir el ser madres.

Fue pionera en el periodismo combativo en Venezuela. Se rodeó de la intelectualidad venezolana. Lo suyo era la cultura.  En 1958 fundó el Ateneo de Caracas. “A mí no me gustaba someterme a las normas y me rodeaba de personas inteligentes”, decía en sus entrevistas la rebelde María Teresa.  Empezó en el periodismo en 1936 en el diario “Ultimas Noticias”, y se casó con el escritor Miguel Otero Silva con quien tuvo dos hijos: Mariana y Miguel Henrique, quien actualmente es el editor del diario El Nacional.

En su última entrevista, publicada en los años 90 decía: “yo siempre he estado con gente inteligente, que me ha ayudado. Mis amigos eran personas que querían a Venezuela y lo que deseaban es que mejorara la calidad de vida”.

María Teresa también fundó el Festival Internacional de Teatro de Caracas en 1973, que en los últimos 13 años bajo el régimen de Hugo Chávez no ha tenido ningún apoyo. Ha dedicado toda su vida a la cultura. Además fue directiva del Museo de Bellas Artes y de la Fundación Teresa Carreño.

Su ejemplo de tenacidad y constancia a favor de la libertad y la democracia perduran en el tiempo. Es imposible olvidarla con toda la carga emotiva que ella transmite.

 

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