Ludmila Vinogradoff el 08 abr, 2012 Durante once días la capital venezolana volvió a vivir la fiesta cultural colectiva por excelencia de su Festival Internacional de Teatro de Caracas (29 marzo-8 de abril), cuya clausura estuvo a cargo del grupo español Sarruga con sus gigantescos insectos. Los insectos de Sarruga Tras seis años de silencio el regreso del FITC puso en escena 23 piezas teatrales de nueve países participantes: Alemania, Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, España, Francia, México y Venezuela. Pero también mostró la gran división social que viven los venezolano por causa de la política y la marca ideológica del oficialismo. Los invitados extranjeros pudieron constatar el “apartheid” cultural existente. Por primera vez en sus 25 años de fundación, el FITC se desplegó exclusivamente en las salas teatrales y las calles del este de la ciudad. El oeste de Caracas, cuyo municipio Libertador está gobernado por los chavistas, no tuvo la oportunidad de disfrutar de la fiesta teatral. Carmen Ramia, presidente de la FITC, aclaró que fue por “mezquindad” del oficialismo que el festival no llegó a toda la ciudad. En realidad no hubo colaboración y patrocinio por parte del gobierno. En el fondo lo que predomina es la división ideológica y la intolerancia. El antagonismo entre la derecha y la izquierda que antes de Hugo Chávez jamás separó a los venezolanos. Aún así, la compañía española Sarruga transformó las calles del este de Caracas en un jardín lleno de insectos gigantescos cuando bajó el telón del festival. Pakito Gutiérrez, fundador del colectivo, explicó que se trata de una puesta en escena que tiende más al circo que al teatro. “La calle se ha convertido en nuestro medio de expresión”, confiesa el español, quien vino solo al país, con sus “bichos”, como les dice, y aquí capacitó a quince venezolanos que aprendieron a manipular los insectos de hasta siete metros de altura, así como del ensamblaje y realización de estas estructuras móviles. Son en total cinco insectos, mantis, araña, mosquito, hormiga y una planta carnívora, así como dos estructuras que aportan música a la experiencia. Están construidos con una base de hierro pesada y resistente, y el desplazamiento se consigue a pedal. La estructura exterior de los insectos se construye con aluminio, un material más ligero que permite conseguir más volumen con menos peso. En las primeras experiencias eran de papel arrugado -de ahí el nombre de la compañía, Sarruga-, pero ahora utiliza algunos plásticos para una mayor longevidad de la criatura. “Intentamos darle protagonismo por una vez a los insectos, que parece que lo único que hacen es molestarnos y por eso estamos acabando con su hábitat natural, y convertirnos nosotros en insectos”, comentó Gutiérrez. cultura Tags apartheidcaracasFITCteatro Comentarios Ludmila Vinogradoff el 08 abr, 2012