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Blogs El bochinche venezolano por Ludmila Vinogradoff

El Calvario de Chávez

Ludmila Vinogradoff el

Hasta ahora la mirada de Chávez era un graffiti que lo pintaban sus simpatizantes en las paredes y fachadas de las viviendas de interés social,  junto a su firma “cochino e’rabo”, que ha construido el gobierno para los electores que han votado por los chavistas para que se perpetúen en el poder  con el dinero de todos los venezolanos.

El Calvario Foto: Omar Veliz

También la llevan como emblemas chavistas en las camisetas de distintos colores que visten,  por ejemplo, Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias. Pero ahora los gigantescos ojos del difunto a punto de cumplir dos años de muerto, el 5 de marzo, según la versión oficial, se encuentran estampados en las escalinatas de El Calvario, en el mero centro de Caracas, lo que ha provocado una gran polémica en torno a su ubicación y fines políticos.

Según el diario El Nacional, la costosa obra fue hecha con  mosaico vitrificado, cemento y cerámica en un fin de semana. “Fue encargado por la Alcaldía de Libertador a la empresa italiana Trend Group, con un catálogo que incluye desde recubrimientos para piscinas y baños de hoteles y residencias de lujo en distintas ciudades del mundo hasta fachadas de mezquitas en Arabia Saudita”.

El régimen chavista ha cambiado el nombre de las plazas, avenidas y parques en estos 16 años. Y El Calvario no pudo escapar a los caprichos del caudillo. En 2010 el difunto le cambió el nombre del parque por el de Ezequiel Zamora. Y la estatua de Cristóbal Colón que estaba en el cima de las escalinatas también fue cambiada por la de Zamora.

Pero el sitio sigue llamándose El Calvario porque cuesta subir sus empinadas escaleras. Y ahora con más razón su nombre original le hace honor a los ojos que yacen al pie de su estructura. Fue el primer parque que tuvo Caracas, declarado patrimonio ambiental, artístico arquitectónico e histórico en 1993.

Ubicado frente al palacio de Miraflores en la avenida Sucre, diagonal a la Plaza O’Leary, el Liceo Fermín Toro y flanqueado por los bloques de El Silencio, El Calvario era el parque predilecto donde los enamorados liceístas se daban una escapada para declararse su primer amor. Ya no, ahora es un sitio peligroso donde  operan bandas de delincuentes, ladrones y violadores.

El Nacional incluyó el comentario de la arquitecta Hannia Gómez, presidenta de la Fundación de la Memoria Urbana: la obra es un atentado más contra el patrimonio de la nación y un abuso de poder. “Las escalinatas de El Calvario no son una valla para que cualquier partido haga propaganda política. Obedece a un diseño y un espíritu afrancesado propio de fines del siglo XIX cuando se construyó el parque en tiempos de Antonio Guzmán Blanco”.

La arquitecta explicó que el estilo es propio de una construcción romántica, donde las estructuras son especies de monumentos que buscan armonizar con la vegetación. “Esto es un atentado contra el patrimonio de todos los venezolanos”, añadió Gómez, quien cree que las autoridades de la alcaldía deberían mostrar la autorización del Instituto de Patrimonio Cultural, que debe fiscalizar cualquier intervención que se haga en un espacio patrimonial.

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