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La sátira, higiénica exposición para tiempos puritanos

La sátira, higiénica exposición para tiempos puritanos
Pedro Víllora el

La Fundación Diario Madrid, que ya en su denominación rinde homenaje al desaparecido periódico independiente, se encuentra en el edificio de la calle Larra, número 14, en que estuvieron las redacciones de Nuevo Mundo, El Sol, Arriba y Marca. La seriedad, por tanto, se le supone; por eso no es de extrañar que, de manera igualmente seria, dedique un amplio espacio expositivo a la sátira en la prensa española de los dos últimos siglos. Pero hay que darse prisa: “La sátira. ¡Esa prensa!” solo puede visitarse hasta el 2 de agosto.

La Codorniz, 2 de mayo de 1965

 

El conjunto de portadas, impresiones, litografías, grabados y otras estampas, junto a un buen puñado de dibujos originales, es de una comicidad no por esperable menos agradecida. Pero es también un toque de atención contra radicalismos, virulencias y otros extremos. Si ya se sabe que el artículo de hoy envolverá el pescado de mañana (en realidad ya es apenas posible, pero la idea aún se entiende), estas imágenes burlescas, vistas con cierta distancia, nos demuestran cuán poco importan con el tiempo las cosas que en su día parecieron tan urgentes y trascendentales.

Caricatura de Azaña, por Echea

 

 

La sátira, en estas piezas, arremete contra el poder político, el religioso, el económico, las buenas costumbres, las derechas, las izquierdas, el militarismo, el antimilitarismo… Hasta el mismo humor es cuestionado. La acertada selección realizada por su comisario, el coleccionista y también periodista Javier Domingo, ofrece visiones ridículas de tres periodos monárquicos, dos dictaduras y otras dos repúblicas, así como de múltiples políticos, intelectuales, artistas y otros representantes sociales de cualquier ideología. Si hubiese que entender literalmente el subtítulo de esta exposición, “La historia de España a través de la prensa satírica”, habría que plantearse que esta historia escéptica, desarraigada y librepensadora ha conocido tiempos más insidiosos y demoledores que los actuales, porque muchos de estos chistes, viñetas, cabeceras y textos serían hoy incapaces de superar el filtro censor y neopuritano de las modernas redes sociales.

 

Javier Domingo se remonta a la década de 1830 para ofrecernos los orígenes de la prensa gráfica, y muestra cómo una década después, con la técnica litográfica, nace la prensa satírica caricaturesca e inmediatamente después las caricaturas políticas. Con el Sexenio Revolucionario las publicaciones se suceden. Triunfa Gil Blas, de gran formato, y La Flaca destaca por el uso de la cuatricomía. La réplica se la dará La Gorda, periódica liberal [sic], que no tendrá caricaturas pero sí textos incisivos. Y surgirán revistas catalanas de larga trayectoria como La campana de Gracia o L’Esquella de la Torratxa.

L’Esquella de la Torratxa, 22 de octubre de 1937

 

Con la Restauración destaca Madrid Cómico, de la que Javier Domingo expone originales del famoso dibujante Ramón Cilla. También de Ismael de la Serna o Sileno, que publicaba en Gedeón y Calínez. Con el arranque del siglo XX aparecen El Mentidero o ¡Cu-Cut!, célebre porque sus viñetas antimilitaristas excitaron a unos militares que asaltaron su redacción. En los años 20 surge el humor más sofisticado de Buen Humor, Gutiérrez, Muchas Gracias o Papitu, al tiempo que los periódicos abren sus páginas a las viñetas y tiras, con dibujantes como Bagaria, Xaudaró o Fresno, todos ellos presentes en esta exposición por medio de originales.

“La primera y la última”, dibujo de Sileno

 

El anticlericalismo nutrirá en los años 30 las páginas de La Traca, Fray Lazo o El Be Negre. La Ametralladora y su sucesora La Codorniz mostrarán el paso de la Guerra a la posguerra, antes de la llegada de ¿Qué pasa? o Don José.

¿Qué pasa?, 1 de mayo de 1941

 

Miguel Mihura, Antonio Mingote o Serafín son algunos de los dibujantes de esta época aquí presentes con dibujos a pluma o acuarela. Mientras, el camino a la transición lo marcan portadas de Hermano Lobo, Por Favor, El Papus o El Jueves.

El Jueves, 27 de mayo de 1977

 

 

No es esta una exposición para ver por encima. Cada una de sus piezas merece atención porque en todas se nos está hablando de un momento político, si bien distorsionado. Y es ahí donde apetece fijarse en las fechas, hacer memoria, valorar lo que sabemos, lo ya olvidado… Conforme nos acercamos al siglo XXI, sorprende constatar lo lejos que nos quedan las elecciones que dieron tanto que hablar, las leyes con vocación revolucionaria y transgresora, los políticos que parecían indestructibles.

El Jueves, 18 de noviembre de 1977

 

Mucho más que la prensa informativa, que se pregunta el porqué de las cosas, aquí se expone la sinrazón de casi todo, la fragilidad del tiempo, la fugacidad de la vida. La sátira quizá quiera cuestionar el presente, pero a la larga termina por destruir el pasado. No parece que tenga mucho sentido pelearse por lo que en su mismo día fue cuestionado. Todo queda un poco ridículo en la distancia, y sin duda el durísimo presente se digiere mejor con algo de humor.

@Pedro_Villora

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