Si últimamente sufres ardores, dolores estomacales, reflujo gastroesofágico, diarreas, gases, pérdida de apetito, náuseas… deberías plantearte si sufres Helicobacter pylori. Y es que, aunque parezca mentira, alrededor de un 50 a un 70 % la sufre y lo peor es que lo desconoce.
Te preguntarás cómo una bacteria como H. pylori puede sobrevivir al medio ácido que hay en nuestro estómago. Pues bien, esta es capaz de segregar ureasa, que convierte la urea en amoniaco y dióxido de carbono y de esta manera logra neutralizar la acidez del estómago y a su vez el amoniaco podría ser el causar la aparición de úlceras.
Su detección es importante ya que puede ser la causante no solo de una molesta sintomatología sino que casos más graves pueden derivar en cáncer de estómago. Por lo que es importante una detección y tratamiento precoz.
Si sufres alguna de la sintomatología descrita anteriormente acude a tu médico para que te realice las pruebas oportunas, que pueden ser:
- Presencia de urea en test de aliento
- Antígenos en heces
- Antígenos en sangre
- Análisis de sangre
- Endoscopia (biopsia)
Evidentemente, en caso de infección por H. pylori, una buena alimentación (al igual que el tratamiento farmacológico, que es fundamental) juega un papel importantísimo en la recuperación.
¿Qué alimentos no debería consumir en caso de tener H. pylori?
En caso de detección de H. pylori, lo mejor sería realizar una dieta blanda, y esto no quiere decir que comamos alimentos con texturas y consistencias más blanditas. Sino que debemos modificar nuestra alimentación para eliminar aquellas comidas que puedan causar más irritación en nuestro estómago. “Lo vamos a poner en modo vacaciones”.
Algunos desaconsejados:
- Alimentos ultraprocesados y bollería industrial, incluimos las Galletas María que de tan buena fama han gozado durante años pero que no son para nada recomendables.
- Verduras crudas y con alto contenido en fibra.
- Pan, pastas y arroces integrales (ya que la fibra podría irritar las paredes de nuestro tracto digestivo).
- Las legumbres, por su alto contenido en fibra.
- Frutas crudas y ácidas.
- Carnes rojas y que además contengan grasas.
- Embutidos y carnes procesadas.
- Pescados azules como el salmón, caballa, mero, atún…
- Mariscos.
- Quesos curados y leche. En general, deberíamos ir robando la tolerancia a los lácteos a medida que avanzamos en el tratamiento.
- Café, mate y té .
- Condimentos y salsas. Cuidado con el vinagre que es muy ácido y las salsa que contienen mucha grasa.
- Alimentos y salados o picantes.
- Frutos secos.
- Bebidas alcohólicas.
- Consumo de tabaco.
En general la erradicación de H. pylori es complicada y requiere de tratamiento tanto farmacológico como nutricional. Si la sufres ármate de paciencia y de buenos hábitos. Seguro que próximamente te propongo un menú especial para ayudarte en tu recuperación.
Elisa Escorihuela Navarro
Nutricionista y farmacéutica
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