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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

Françoise Hardy en los tiempos del amor

Françoise Hardy en los tiempos del amor
Álvaro Alonso el

Serge Gainsbourg no fue capaz de conquistar a Françoise Madeleine Hardy, cantante parisina nacida en 1944. Nada que hacer, la fría, un tanto germánica Hardy, le regala unas miajas de gratitud, cordiales sonrisas, como si Gainsbourg fuera un tipo gracioso, de mente ágil y pronta ocurrencia. Gratitud le tenía, no en vano la carrera de Françoise Hardy iba ya por su sexto año cuando Gainsbourg se presta a colaborar con la cantante en 1968 para dirigir la grabación de “Comment te dire adieu”. De paso, le regala una canción a la Hardy llamada “L´anamour”, algo así como “la antítesis del amor”, título que esconde quién sabe cuánta doble intención, como todo lo de Serge. Y más regalándosela a la Hardy.

Los seis Lps anteriores grabados para disques Vogue están llenos de altibajos, en parte debido a que el formato preferido en los primeros años sesenta no fuera el LP, sino el single de dos o cuatro canciones. El estilo de Françoise Hardy, siendo como es una cantautora, está sin definir, algo que ya se observa desde su primer LP Tous les garçons et les filles, si bien sea justamente ésta, la canción que da título a su primer disco, la que asociamos inmediatamente al hablar de Françoise Hardy.  A su favor cabe decir que las invasiones de música foránea, las que podían influir en cualquier joven compositor de la época, se sucedían en cadena.

Parte de esa efervescencia de ideas se refleja en las versiones escogidas por Françoise Hardy para incluirlas en sus primeros discos.  Desde las composiciones de Burt Bacharach y Hal David -en concreto “The love of a boy” convertida en “L´amour d´un garçon” para su segundo disco Le premiere bonheur du jour-; el “Once upon a time” de Dusty Springfield -transformada en “C´est le passé” de su tercer disco de 1964 Mon amie la rose-,  o el “Oh Why” de Phil Spector: esta última nunca llegaría a editarse.

Ahora bien,  pese a esta falta de definición, la personalidad de Françoise Hardy permite observar cierta unidad dentro del jardín musical lleno de extravagancias de aquellos primeros años sesenta dentro y fuera de Europa.

Da la sensación de que el estilo de la Hardy podía haber quedado fijado en su justo medio en la interpretación del tema de Jacques Dutronc, su pareja sentimental y más tarde su marido y padre de su único hijo.

La canción a la que me refiero es “Le Temps de l´Amour”, grabada a los 19 años, una balada romántica que empasta perfectamente con la elegante sobriedad algo puritana de la cantante. Incluida en su primer disco de 1962, muestra en toda su pureza las cualidades que la han hecho irrepetible: objeto de deseo inaccesible, con un aura que emborracha y hace perder el juicio, perceptible al ojo humano en algunas de las imágenes disparadas desde la cámara del fotógrafo  J. M. Périer, su sombra durante años, que a punto estuvo de llegar a acompañarla con la cámara al cuarto de baño.

Otra de las canciones que, a mi parecer, podría haber fijado el justo medio del estilo de la cantante es una canción propia suya -recordemos que la mayoría de las canciones de todos sus discos las firma ella misma-, “J´aurais voulu”, séptima canción de su segundo disco Le premier bonheur du jour. Vogue decide grabar este segundo LP tras el primer bautismo de la cantante en el Olympia de París en noviembre de 1963. “J´aurais voulu” será cantada y grabada por Françoise además de en francés, en italiano, inglés y alemán.

Si nos fijamos en el quinto Lp de Françoise Hardy de 1966 vemos que recoge sus viajes por Italia, y una pizca de coherencia empieza a encontrarse entre canción y canción. El “Se telefonando” popularizado por Mina, sobre música de Morricone abre La maison oú j´ai grandi convertida en “Je changerais d´avis”.

El disco es desde el título un guiño a los oyentes italianos, ya que se trata de una nueva adaptación al francés, en este caso del éxito de Adriano Celentano “Il ragazzo de la via Gluck”. En el mismo disco se incluye también el tema de Tony Renis “Ci sono cose più grandi”,  que vendrá a llamarse “Il est des choses”.

Pero ni las orquestaciones de Charles Blackwell, que tiene que abandonar la grabación para ocuparse del debut de un joven talento llamado Michel Polnareff, ni las de Johnny Harris, que se hace con los arreglos de nueve de las catorce canciones del disco, consiguen generar el sonido adecuado a la voz y el estilo de la cantante.

 

Charles Blackwell se había incorporado a trabajar en los estudios Pye en Londres con Françoise Hardy en su tercer álbum de 1964 Mon amie la rose. Es a partir de entonces que la creatividad de la Hardy pierde enteros en la misma proporción que se incrementa la intromisión en el proceso creativo del músico, que pretende emular a Phil Spector con orquestaciones preciosistas que, sin embargo, se muestran por lo general desacertadas.

Esta necesidad de dar con un ensamblaje entre la cantante, las canciones y los músicos, les lleva a tomar la decisión de que Françoise Hardy grabe el siguiente disco íntegramente en inglés, viniendo a ser su sexto y último disco para Vogue -Pye en Inglaterra- de 1966, Françoise Hardy sings in english.

Siendo como es un disco que no aporta gran cosa a su discografía -de nuevo la presencia más bien negativa para mi gusto de Charles Blackwell-, sí hace de puente entre su etapa primera y su segunda etapa, que comienza con el álbum publicado sin título en 1968 en el que aparece dibujada mediante un retrato en la portada donde se lee su nombre, “Françoise Hardy”.

Este disco, identificado normalmente por el título de la canción “Comment te dire adieu”, incluye una selección de temas mucho más cuidada y una exhibición de las cualidades de la cantante más equilibradas que ninguno de los anteriores.

Entre las muchas gratas sorpresas que guarda este LP se encuentra la versión que Françoise realiza de “Suzanne” de Leonard Cohen, la versión del “Il n´y a pas d´amour heureux” de su querido Brassens -una de las razones de que la casi niña todavía decidiera hacerse cantante-, una recreación de “Sabià” de Antonio Carlos Jobim, además de otras versiones entre las que destaca “La rue des coeurs perdus”, donde adapta magistralmente “Lonesome town” de Ricky Nelson a su elegante francés.

 Incluso hay una emocionante canción de Phil Och, “There but for fortune” que cantara Joan Baez, y que Françoise Hardy convertirá en “Où va la chance?”.

Françoise Hardy cada vez se mostró más valiente en la elección del repertorio ajeno. Incluso llega a grabar en 1968 una versión de The Kinks, “Who´ll be the next in line?” y por increíble que parezca, una brevísima versión del tema de Neil Young “Till the morning comes” en 1972. De las Shirelles (Goffin-King) canta en 1968  “Will You love me tomorrow” y se atreve incluso con los Crickets y Elvis Presley.

Para muchos Françoise Hardy no es tan importante por sus canciones o por su música. Algunos, como Almodóvar, han confesado que prefieren la Françoise Hardy madura. Para otros es objeto de fetichismo, en el sentido de coleccionismo febril, solo apto para los fans más resistentes. Para la historia, la cantautora francesa fue una pionera en lo que significa ser mujer y atreverse a realizar, grabar y producir sus propias composiciones. Fue no sé si la mejor, pero seguramente la más guapa de las representantes de la chançon francesa.

 

 

 

 

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