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Valentino, la suerte de una estrategia desastrosa

Tomás González-Martín el

Rossi fue quinto en su circuito de Misano y aumentó su ventaja sobre Lorenzo en once puntos, hasta sumar 23 de margen, pero no sonreía de felicidad. Una docena de vueltas antes del final, bailando bajo la lluvia, lideraba su Gran Premio, el de San Marino, por delante de Jorge y Márquez. Pero su desastrosa táctica de retrasar el cambio de neumáticos para montar los lisos, dado el parón de la lluvia, significó que solo pudiera ser quinto, mientras Lorenzo no sumaba ni un puntito por haberse caído después de cambiar de gomas igualmente tarde, aunque una vuelta antes. Si el mallorquín no hubiera rodado por los suelos, hoy habría reducido diferencias respecto a Valentino. Y el italiano lo sabe. La fortuna se alió con VR46 a doce kilómetros de su rancho.

El más listo de la clase fue Marc Márquez, que cambió de ruedas varias vueltas antes y ganó la carrera en solitario. Lorenzo se lamentaba por no hacer caso a Ramón Forcada, que le comunicó con el cartón que cambiara de gomas incluso un giro antes que Marc. No hizo caso porque se dejó llevar por la inercia de seguir a su gran rival por la corona, Valentino, que pasaba cada vez por meta y no entraba a la vía de servicio a montarse en la otra moto preparada para volar en seco. El número 99 se dejó llevar por esa mentalidad de copiar lo que hace el sabio de motociclismo, el gran campeón, el que mejor conoce el trazado de Misano y sus coqueteos con la lluvia y con el sol. Ayer, Misano traicionó a su amante eterno, Rossi. Y condenó con el infortunio a Lorenzo, que se cayó por volar demasiado deprisa al darse cuenta que el podio estaba perdido y que podía endosar unos cuantos puntos a Valentino, que todavía seguía pilotando con las lentas carcasas de agua.

El líder del Mundial, el hombre que ha hecho mediático este deporte, se equivocó de manera estrepitosa al atrasar tanto su entrada al recambio de motos. Dicen sus amigos, esos que siempre están a su lado en el box, que su ídolo lo hizo con intención para que el podio no fuera ni para él ni para Lorenzo y, si había una caída, no perder demasiados puntos, como le sucedió al final a Lorenzo. La verdad es que no lo hizo con intención. El campeón falló. El mito se equivocó. Porque era el mejor sobre el agua, era el primero en la prueba, y al haber cambiado de moto también podría haber mantenido la posición y adjudicarse los 25 puntos. Le salió todo bien por suerte, porque su enemigo perdió el control. Pero sabe que el motociclismo te devuelve fortunas y desgracias. Y Márquez, calladito, se encuentra ahora a 65 puntos a falta de 125 por dirimirse. Cinco grandes premios en los que el ilerdense será un tercer candidato a escondidas. El pupilo de Alzamora lo negará. Pero en su cabeza ronda que, si gana todas las carreras, veremos qué pasa. Aragón es la siguiente cita. Será decisiva para el devenir de Márquez, el aspirante silencioso. La Honda del campeón vigente puede caldear la corona cuando parecía un duelo de Yamaha.

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