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Rossi se enfrenta a otra mosca cojonera: de Lorenzo a Maverick

Tomás González-Martín el

Jorge Lorenzo fue el hombre que derrocó al campeón más popular de la historia del motociclimso desde que irrumpió en MotoGP a toda velocidad en aquel 2008 inolvidable. El español era más rápido que el italiano desde el primer día. Lo sabían en Yamaha. Pero la ansiedad del mallorquín, ávido por triunfar, le hizo perder los Mundiales de 2008 y 2009 a manos de Valentino, más veterano, que guardó la ropa mientras su nuevo enemigo perdía los títulos inocentemente en caídas producto del excesivo riesgo.
Jorge aprendió. Ganó su primera corona en 2010. Y acabó con el reino del número 46. Rossi no ha vuelto a conquistar un Mundial. Lorenzo volvió a ser campeón en 2012 y en 2015. El año pasado, Márquez obtuvo su tercera coronación. El ilerdense ya había vencido en 2013 y 2014. Los dos españoles han derrotado a Valentino desde 2010. Ahora surge un tercer ibérico de raza, Maverick Viñales. Ha tomado el sillón que Lorenzo ha dejado en Yamaha. Y llega para hacer lo mismo que su compatriota: vencer al vecchio campeonissimo.
Rossi estaba acostumbrado a superar psicológicamente a sus adversarios con declaraciones, ironías y provocaciones antideportivas. Biaggi y Gibernau fueron sus víctimas ideales. Hasta que se topó con Jorge y con Marc. No ha podido con ellos. Son fuertes mentalmente.
Ha conseguido enfadar a Lorenzo hasta lograr po fin que se vaya de Yamaha. Como si ese fuera su problema. No puede ni verle desde que derrocó su imperio en 2010. Lorenzo se marchó al ver que él era campeón del mundo en 2015 y se renovaba antes a Valentino que al ganador del cetro universal. El viejo bambino vende más motos, dijo Lin Jarvis como justificación. Pues Jarvis y Yamaha se han quedado con la leyenda, para vender más motos y tener tranquilo al italiano. Y ahora viene Maverick a superar también a VR46 y a acabar al instante con esa serenidad del veterano mito.
Viñales tiene calidad para triunfar ya. Para aspirar al título desde el primer día. Y Rossi lo sabe. Los españoles son su obsesión. Ningún italiano ha osado moverle la silla. Los del otro lado del Mediterráneo no le respetan las canas. Que ya le han salido. Los españoles tiene mucha cara. Le ganan. Y así continuará siendo, Valentino. ¿Vale o no Vale?

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