La victoria de Marc Márquez en Alemania, en un circuito que ya debería llevar su nombre porque no conoce otro gran triunfador desde hace una década, subraya el liderazgo mundial del piloto español, que rueda hacia su quinto Mundial de la cilindrada reina después de ser campeón también en las dos categorías inferiores. Se dice muy pronto que vuela hacia su quinta corona. Valentino, la imagen mediática del motociclismo desde 1997, obtuvo siete entorchados de la categoría grande. El ilerdense busca la quinta y puede superar al mito del motociclismo moderno.
Como lo tenemos en casa, es español y lo vemos cercano, no valoramos en su justa medida lo que Márquez está haciendo en este deporte. No solo puede superar a Valentino, su enemigo acérrimo, sino que puede igualar a Giacomo Agostini, que ganó ocho coronas de MotoGP. E incluso superarle también.
Marc avanza con el reto de conseguir ser el mejor piloto de la historia del motociclismo. Es su objetivo. Solo vive para la moto. Puede lograrlo. No piensa en correr hasta los 39, como hace Valentino, pero tiene la calidad para establecer todos los récords universales mucho antes de esa edad. Está en el ecuador de la veintena y pelea por su quinto título, con 46 puntos de diferencia sobre Rossi, dos carreras en realidad de ventaja. Sus registros pueden ser históricos. Valentino le atacó en la pista y con la lengua bífida (tiene dos caras, una amable para el público y otra agresiva para los adversarios) porque supo desde el primer día que sería el rival que le remataría definitivamente, tras ser vencido por Lorenzo en 2010, 2012 y 2015. Lo comprobamos cada dos semanas. Marc no se arredra. Al revés. Le pone más activo. Y así le va. De bien.
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