Vencedor de tres coronas de MotoGP, en 2010, 2012 y 2015, Jorge Lorenzo se marchó en 2017 a Ducati, despreciado por Yamaha y Rossi, para sufrir un purgatorio de adaptación que le dejó fuera de los aspirantes al título. Márquez ganó el Mundial en 2016 y 2017, el último año con Viñales y Dovizioso como enemigos. El mallorquín no cotizó al éxito. Por fin, en este invierno de duro trabajo de Ducati Desmosedici 2018 y sus ingenieros, con la moto adaptada al piloto y Jorge conjuntado con su máquina, Lorenzo vuelve a ser candidato al título junto a Marc, Dovizioso, Rossi y Viñales. Estableció un nuevo récord en el circuito de Sepang.
El segundo campeón español en MotoGP ha mejorado su entrada en curva, ahora más rápida, y trabaja para evolucionar también la velocidad en la salida de las curvas. Su montura ahora es mejor, paralela a su manera de pilotar, agresiva pero sin perder la cabeza, valiente pero sin jugarse la carrera. En Sepang se cayó cuando rodaba para conseguir la nueva plusmarca del circuito malayo y unos minutos después cogió de nueva la Ducati y logró el récord.
El ingeniero jefe de la Desmosedici, el genio Gigi Dall’Igna, ha conseguido su objetivo de crear una montura para Lorenzo que sea aspirante al título. Ya lo fue con Dovizioso y ahora ha dado un paso mecánico más para que el inolvidable Giorgio puje por la corona. Cinco Ducati acabaron entre los once primeros clasificados en Sepang, hecho que evidencia el positivo progreso en los trabajos realizados sobre la mecánica de Borgo Panigale, que ahora cuenta con un motor más suave y
menos agresivo a pesar de tener mayor potencia. La clave es que ya no sufre la rigidez del chasis. El paso por curva es mucho mejor. El siguiente
objetivo es mejorar la salida de la curva para disponer siempre del máximo de tracción. Jorge ha vuelto. El Mundial lo necesita. Sus duelos con Márquez
son bonitos. Los echamos de menos el año pasado.