Valentino es único. Irrepetible. Un icono. Un ídolo de masas. Dentro y fuera de las pistas. Dentro y fuera de los propios equipos de motociclismo. Todos le tratan con una pleitesía que no se concede a otros campeones. Incluidos los propietarios de Yamaha, que se han quedado sin piloto, sin director –Davide Brivio– y sin mecánicos y no ponen una mala cara.
Rossi tiene tanto poder que puede hacer lo que quiera. El italiano ha dejado a Yamaha compuesta y sin técnicos. Todos los “amici” del “vecchio” se marchan con él a Ducati y nadie ha explotado. Cuando el “bambino” dejó Honda el 31 de diciembre de 2003, tuvo que esperar al 1 de enero de 2004 para enseñar sus fotos con Yamaha, su nueva escudería. Honda Racing Corporation no le dejó probar la montura M1 hasta que finalizó el año.
Hoy es diferente. VR46 es un mito. Nadie se atreve a negarle una petición. “Con todo lo que le he dado a Yamaha, es lo mínimo que pe pueden aceptar”, decía el “Doctor” del motociclismo al argumentar su solicitud de probar la Ducati el lunes 8 de noviembre en Valencia, el día después del final del Mundial. Yamaha no se negó. La publicidad de la polémica será beneficiosa para el piloto y perjudicial para la casa. Aunque se lleve a los mejores ingenieros. Esa es la fuerza de la mistificación del mejor campeón de la historia. “Vale” se ha ganado el nombre de este deporte.
El motociclismo es él. Agostini y Nieto ganaron más coronas que él, pero el rapaz de la Tavullia ha sabido congeniar sus éxitos sobre la máquina con su modernidad frente a las televisiones. Sus fiestas después de las victorias, vestido de doctor y haciendo publicidad de las pollerías y otras tiendas de Urbino, han pasado a la historia de la originalidad.
Sus cascos con gestos de miedo y de broma son imitados -y comprados- en todo el planeta. Su retorno a los títulos en 2008 tuvo una frase sensacional: “Perdón por el retraso”. Por eso, Dorna no podía dejarle que coqueteara con la F-1. El Mundial necesita a Rossi. Aunque Lorenzo le derrote. Nieto lo espeta: “Valentino vence dentro y fuera del asfalto”.
Este viernes, en los entrenamientos de Valencia, el emperador recibirá otro homenaje de un público extasiado. Y mañana. Y el domingo. VR ha conseguido lo que muy pocos deportistas alcanzan: que el aficionado español sea de los pilotos nacionales… y de Rossi. Que los amantes de la moto sean fanáticos de Pedrosa y de Valentino a la vez. Muchos compatriotas dicen. “Que a mi Valentino no me lo toquen”.
El 46 ha logrado que su llama de atracción rompa fronteras y banderas. Por eso es el más grande. Este fin de semana vuelve a correr en Valencia. Y el lunes se viste de rojo para estrenar la Ducati. Todo el universo espera ese debut con la moto más romántica de la historia. Disfrútenle. Nos quedan tres años con él.
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