Marc Márquez se ha encontrado dos enemigos nuevos en este Mundial: Maverick y Dovizioso. Uno lo esperaba, Maverick Viñales, cuyos entrenamientos fueron sobresalientes en el invierno y los confirmó en el estreno oficial del campeonato, apoteósico. El gerundense sustituyó a Lorenzo en Yamaha y tomó las riendas del equipo, para dolor de Valentino, que observa que cada españolito que llega a su escudería le quita el liderazgo real, que no comercial.
Márquez reaccionó ante el debut imparable de Viñales con la veteranía de un joven de 24 años que suma tres coronas de MotoGP y otras dos en las dos categorías inferiores. Paulatinamente, el ilerdense de Cervera le tomó la medida a su paisano catalán. El hombre de Alzamora ascendió por fin al primer puesto de la clasificación, pasito a pasito, mientras Viñales perdía el fuelle inicial. Lo que Marc no esperaba es que otro piloto con experiencia, Dovizioso, demostrara también el poso para mejorar progresivamente hasta competir con el número 93 por el título. Andrea es el verdadero rival del español en la lucha por el cetro mundial.
El italiano ha hecho buena a la difícil Ducati, con la que Lorenzo se pega día a día. Dovizioso se ha encaramado al liderato de la general y tiene la mentalidad del ganador, una psicología positiva que antes no disfrutaba. Este fin de semana, el italiano serio y callado defiende su liderato ante Márquez en San Marino, en casa, un circuito que habitualmente no se le dio bien. Pero nunca llegó a esta cita como líder de MotoGP, ni con esta moral. Roto Valentino, con una fractura de tibia y peroné que le rompe también la temporada, Andrea ha tomado el mando del motociclismo italiano, un poder que deportivamente ya había adquirido antes de la lesión de la estrella del cotarro.
Márquez perdió el liderato porque su motor Honda rompió hace dos semanas. Espera que su escudería no vuelva a fallarle. El entorchado lo conquistaá el piloto que menos falle.
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