Se siente mejor. Más a gusto con la Ducati. El nuevo chasis y la mayor suavidad del acelerador son cambios que Valentino exigía para trasladar a la moto su forma de pilotar. El italiano va a progresar paulatinamente. En Le Mans podremos ver esa evolución. La máquina roja no es todavía su novia ideal, pero comienzan a entenderse. Rossi sabe que no puede continuar sin subirse a los podios. Aunque las Hondas y la Yamaha sean superiores, eso no le sirve como justificación. El quinto puesto en Estoril dejó clara la potencia de la Honda. Dovizioso le robó la cuarta plaza en la recta de meta. El número 46 asume que tendrá que demostrar sus cualidades en las curvas y en la tardanza de sus frenadas. Como antaño. Poco a poco volverá a pelearse con Jorge, con Casey y con Dani. Ellos lo saben. Como dice Lorenzo, “cuanto más tarde, mejor”. Porque “Vale” es un animal racional de éxito. No puede vivir en un segundo plano. En Jerez provocó la caída de Stoner al vislumbrar la opción de alcanzar su primer cajón con la montura italiana. Es su obsesión. La siguiente será celebrar una victoria para Italia. Se la jugará para obtener estas metas. Si su mejoría es rápida y ostensible, incluso aspirará al título. En todo caso, el año que viene será un candidato seguro a la corona, con la Ducati de mil centímetros cúbicos.
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Valentino comienza su Mundial
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