Rossi se fabrica su futuro

Valentino Rossi es optimista por primera vez desde que fichó por Ducati el 1 de enero de 2011. Durante todo un año pensó mil veces si se había equivocado. Dejó Yamaha a finales de 2010, después del éxito de Jorge Lorenzo, porque no quería continuar en una escudería que había elegido al español como su estandarte del futuro. Decidió firmar por la casa histórica de su país. Y se encontró con una moto mucho menos competitiva. Lo que no esperaba es que su adaptación al estilo de pilotaje de la máquina roja fuera tan difícil. Sencillamente, no pudo acoplarse a ella. La montura italiana posee un chasis de fibra de carbono que es muy estático. Las manos del campeón no podían transmitir su arte a la rueda delantera con la movilidad que admiten los chasis de aluminio de las monturas japonesas. Fuera con Honda o con Yamaha, el italiano siempre pudo demostrar su clase en acciones prodigiosas sobre la moto, como hizo con la Honda el año 2000, en Jerez, cuando apoyó un codo en el asfalto y eludió una caída. También ofreció golpes de timón geniales con la M1, como el que aplicó sobre Lorenzo en 2009, en el circuito de Montmeló, con un adelantamiento inolvidable. Ahora, ha encontrado el camino en Ducati tras un año de transición. VR46 ha aplicado toda una reforma laboral en la fábrica de Borgo Panigale. Exigió que la nueva máquina de mil centímetros cúbicos tuviera chasis de aluminio de doble viga. Transformó una casa que se ha enorgullecido durante décadas de su bastidor de fibra de carbono. El campeón pidió un chasis que le permitiera conducir como quiere. Lo consiguió. Y en los entrenamientos de la presente temporada ya ha dejado claro que puede volver a pelear por los podios. Cuando le han dado una estructura mecánica a su gusto. Ahora espera mejorar todavía más la moto para luchar por las victorias. Rossi vuelve. Hacía falta.