Vuelve Carlos Sainz al Dakar y la carrera da un vuelco mental, psicológico. Los rivales, desde Peterhansel a De Villiers, pasando por Gordon, Nani Roma y Al-Attiyah, reconocen que el piloto madrileño transformó el raid desde que debutó. Carlos trasladó la tensión del Mundial de Rallys a la carrera de resistencia automovilística más famosa del mundo. Fue precisamente su lucha contra el tópico de la resistencia la que modernizó la prueba. Sainz salió desde la primera etapa a ganar. Partió desde el primer día con la obsesión de imponer una velocidad punta, porque su experiencia le dicta que para triunfar hay que pisar fuerte y arriesgar desde el primer kilómetro. El español puso a todos con el gancho. Tuvieron que forzar la máquina si no querían perder demasiados minutos respecto al doble campeón del mundo de rallys. Esta fue su táctica durante todas sus participaciones. Así ganó en 2010. Así peleó siempre por la victoria final y por el podio. Al-Attiyah compite con la misma táctica. Los dos corren ahora, en enero de 2013, con el mismo coche, un Buggy. El qatarí también conquistó el triunfo con esta forma de pilotar. Ambos volverán a bregar por el éxito dentro de tres semanas. Y pondrán a todos en fila. Tensos. Peterhansel, amigo de la ley del mínimo riesgo, tiene que jugársela cuando Sainz y Al-Attiyah están en liza. La edición dfe 2013 se presenta emocionante. No se podrá guardar la ropa. Carlos y Nasser aceleran a pecho descubierto. Su equipo es privado. Su ambición, la máxima. Los adversarios saben que este Dakar americano, que comienza el 5 de enero en Perú, será otra demostración de rapidez en medio de las dunas, de los caminos y del desierto de Atacama. El raid más importante del planeta recupera el vértigo.
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