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Adiós Luis, la sonrisa del Mundial

Tomás González-Martín el

Hemos dejado pasar unos días para hablar de Luis Salom con la serenidad de los recuerdos meditados y vividos a lo largo de una década. El motociclismo es un deporte de peligro y el mallorquín sabía, como todos, como Lorenzo, como Márquez, que puedes perder la vida en competición. Pero la mala suerte se ha cebado con Luis. Un bache en el circuito precipitó la tragedia.

Luis era un muchacho extrovertido. Alegre. La sonrisa del campeonato. Siempre luchando por ser campeón del mundo. Siempre peleando por tener una moto para poder ser campeón del mundo. A los 24 años continuaba trabajando por ese objetivo tan difícil y que tan pocos consiguen. Una vez eres campeón del mundo, las puertas se abren para contar con una buena moto y ascender. Si no lo eres, la meta se complica. Luis nunca perdió esa sonrisa.

El número 39 era positivo. Cercano a los aficionados. Atendía a todos, aunque perdiera tiempo para descansar lo que necesitaba. Pasaba horas con los seguidores a lo largo de un gran premio para no dejar a nadie desilusionado sin su foto. Al incondicional le gusta tocar el mono del piloto, ver que es humano, que ese hombre joven que vuela por los circuitos tumbado en las curvas respira y come cómo él. Al forofo le encanta sentir, al verse al lado de un piloto como Luis, que es posible luchar contra la gravedad.

Los hermanos Márquez, Lorenzo, Pedrosa, Tito, Maverick, Rins, Aleix, Julito Simón, amigos y compañeros de mil viajes y fatigas, todos han ensalzado de Salom esa felicidad interior que expresaba con desparpajo. Era su carácter. Siempre enseñando los dientes, con una sonrisa para todos fuera de la pista y apretándolos dentro de ella. Directores como Jorge Martínez Aspar, Sito Pons y Alberto Puig han ensalzado su entrega por querer llegar a lo más alto. Excampeones como Crivillé valoraban su constancia en el trabajo. Rafa Nadal también se despidió de él en el funeral de Palma de Mallorca.

Luis se ha ido. Le ha tocado pagar el precio de este deporte, como Simoncelli. Es un campeón sin título. Porque en el motociclismo, sépanlo ustedes, todos son campeones. Aquí nadie se guarda una décima. Se juegan la vida por ella.

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