Hay días en los que no se encuentra cómodo en ningún sitio
El cine europeo, o esa idea al menos que tenemos de lo que es o debería de ser el cine europeo, cobra cierto impulso con respecto al inequívoco estatismo del cine americano, o esa idea que tenemos de un Hollywood rutinario. Podríamos decir, sin purdor por el plagio, que los adelantados del cine europeo buscan y buscan entre las posibilidades del lenguaje cinematográfico y ofrecen, en ocasiones, caminos que resultan atractivos y hasta fructíferos. En cambio, los adelantados del cine americano no buscan: simplemente encuentran. El gran cine americano de antes y de ahora es de una puntería asombrosa: apunta y acierta. Hay veces en las que uno asiste con asombro a dos o tres minutos de cine completo y en los que se narra, sugiere o subraya algo que el mejor cine europeo necesita horas para decirlo tan claro y tan bien…
A pesar de eso, es cierto que ‘la idea de cine europeo’ está hoy reforzada por algunos autores sorprendentes, y que incluso apuntan dotes premonitorias en sus miradas amargas y pesimistas. ‘La soledad’ nos habla (sin decirnos) de la catástrofe personal de un atentado terrorista, y justo ahora la banda etarra anuncia que volverá a matar.
En Barcelona hablan estos días de cine europeo, de películas, directores y caminos. Es una iniciativa que se llama MICEC’07.