Lo de Isabel Coixet es tan profundo y espeso como se esperaba, y “Elegy” tiene al menos tres notas muy altas: una es que Coixet convierte un texto abrumadoramente individual en una película esencialmente de pareja; otra es que Penélope Cruz consigue algo que no estaba en la letra escrita, existir en esa historia otorgarle punto de vista, y la tercera es probablemente de índole cultural y el vértice de las dos anteriores: no es ya exclusivamente un elogio del sexo masculino, sino del sexo en general. Philip Roth hizo la novela que quiso o pudo hacer, y Coixet ha hecho la película que ha querido o podido hacer, lo mismo, aunque sutilmente diferente. Y tiene mérito, pues se ha servido de una puesta en escena muy sencilla (aunque elaborada de luz y clima) y muy pocos actores. Creo que el personaje que interpreta Ben Kingsley es realmente bueno (es bueno en su original) y el actor inglés también llamado Sir lo llena, lo colma. En fin, ha tenido su pizca de éxito aquí en la Berlinale, y Penélope al menos diez pizcas. Es una estrella.
Hoy hablo en la crónica de una pelicula brasileña muy potente, tal vez la mejor hasta ahora, “Tropa de elite”; y de la alemana de Doris Dorrie, “Cherry Blossoms”, que tenía cosas interesantísimas acerca de la relación de los hijos con sus padres mayores, y una chorradita de Johnny To, “Sparrow”, que cambia en esta ocasión la violencia despanzurrada por la comedieta, el tono menor. A mí, salvo excepciones (pocas), Johnny To me resulta tan transparente e inexplicable como la vida interior de mi periódico, y lo del “mi” lo digo si presumir.
Me ha salido largo y tontorrón esto. Y lo alargo aún más enlazando con la crónica del ABC
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