Intentaremos mantener aún algunas incógnitas alrededor de la última pelÃcula de Almodóvar. Por respeto a la obra sin estrenar y al espectador (uztedez-vozotroz) expectante, deseoso y vigilante. ‘Volver’ es el verbo, es el tÃtulo y es la médula espinal de esta pelÃcula de un Almodóvar también de vuelta. Preciosa historia la que se ha arrancado (esta vez, sÃ) de las entrañas de sà mismo, atestada de raÃz, de tronco, de ramas y hojas… Ha vuelto el gran cineasta con mirada de esponja capaz de extraer, de absorber todo ese magnÃfico lÃquido que hay en el llamado con cierta tontolinez y pereza mental ‘universo femenino’: qué grandes personajes de mujer, profundos, ricos, tiernos, audaces, entrañables hasta el borde del desborde; y cuánta confesión almodovariana hay en ellas, en sus modos de hablar y obrar.
Bueno. No entraré más por hoy en ‘Volver’: esperaremos a estar todos en perfecto estado de revista para intercambiar opiniones sobre ella, que (a mi juicio) borra por completo el borrón anterior. Para discutir ahora propongo un paseo por el mundo de Almodóvar, ese lugar tan complejo y acomplejado que reúne una fauna y una flora capaz de diluirse con la misma rapidez en el drama como en la comedia. Un mundo que también es, como el mejor Madrid, un poblachón manchego.