Vino Merkel a España y ahora le devolveré yo la visita. Me voy al de Berlín, que es el festival menos estival de los que frecuento. Y me voy como siempre esperanzado: en ver películas, en pasarlo bien, en no congelarme, en no meter mucho la pata, en aprender alguna cosa que no sea necesariamente de cine ni del idioma…, en fin. La inauguración es tal y como debieran de ser todas las inauguraciones de festival cinematográfico: un western como tiene que ser. “Valor de ley” se verá allí sólo unas horas antes que aquí, pero servirá para poner ya el listón en un buen lugar.
De lo que se programa en la sección oficial, casi todo está por descubrir, puesto que los directores se dividen entre noveles, raros y desconocidos. Confieso mi predilección por echarme a los ojos lo del húngaro Bèla Tarr, aunque luego me arrepienta, y tengo cierta curiosidad por ver lo del iraní Farhadi, lo del debutante Chandor, lo de Joshua Marston, lo del argentino Rodrigo Moreno y hasta el “Coriolano” de Ralph Fiennes. Me da una pereza sideral el “Pina” de Wim Wenders y creo que una de las jornadas más divertidas será cuando proyecten el documental de Isabel Coixet sobre el Juez Garzón a partir de una entrevista, o algo así, hecha por el escritor cervantino Manuel Rivas.
Y pongo esa imagen extraña y doble de Isabella Rossellini porque será ella quien presida el jurado.
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