Jaime Rosales ha hecho una película excelente en su modo de mirar y mostrar el terrorismo de ETA. Para empezar es una película contradictoria: dice varias cosas diversas. Dice, por ejemplo, que un terrorista es un tío normal que hace una vida normal y que hasta puede albergar sentimientos como los de cualquiera. También dice, claro, que un etarra es una bestia inmunda que mata por inercia, por ver cómo le corre la sangre por el codo, un psicópata. Y para que quepan cosas tan contradictorias utiliza un modo sumamente contradictorio de decirlas:
La película es un documental y una ficción (cosa curiosa, pues la parte de ficción, o sea, el principio, es la que está tomada, rodada, como un documental)… Durante una hora, la cámara vigila al personaje y nos lo ofrece en su más absoluta inanidad: no hace nada que lo haga interesante. Durante la última media hora, el personaje sin interés se transforma (junto a otros de su manada) en un lobo, y es la parte que responde a los hechos (tres etarras mataron a dos policías jóvenes en Francia), pero está tomada con una pericia casi hitchcockiana…
‘Tiro en la cabeza’ es intratable desde el patio de butacas, es una película que se padece mientras se ve (desde el aburrimiento hasta la indignación), pero que a medida que te alejas de lo menos grato de ella (o sea, verla), la película se agranda, se hace elocuente y lúcida, y de repente uno se da cuenta de que ha visto probablemente los mejores cinco minutos de cine de su vida, con los etarras y los policías cruzándose mirada en una cafetería…
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