Pablo M. Díez el 16 sep, 2008 Ni siquiera una institución tan tradicional y centenaria como la Guardia Civil ha podido escapar al influjo arrollador de la fábrica global. Desde principios de este año, una empresa textil china, Sibide, ha empezado a vestir a tan insigne Cuerpo, al que ya ha proporcionado sus primeros uniformes. El presidente de Sibide, Lan Qixiang, (a la derecha de la imagen), y el responsable de ventas internacionales, Jiaqiang Wu, junto al uniforme de la Benemérita que han colocado en la sala de exposiciones de su empresa. ÁLVARO YBARRA ZAVALA Durante el primer semestre de 2008, hemos confeccionado para la Guardia Civil de España 10.000 trajes, 3.000 chaquetas y 10.000 pantalones, explica orgulloso el presidente de Sibide, Lan Qixiang, quien espera otro pedido para este mes de septiembre. Aunque esta compañía, ubicada cerca de la ciudad industrial de Tianjin y a poco más de 100 kilómetros de Pekín, ya había trabajado con anterioridad para otras firmas extranjeras, era la primera vez que firmaba un contrato con el Gobierno español. Por ese motivo, sus responsables no han dudado en colocar uno de los uniformes confeccionados para el Instituto Armado en la sala de exposiciones donde muestran al público sus modelos más exitosos y logrados. Además de trabajar para la Guardia Civil, hemos exportado a España prendas de lana para mujer y somos proveedores de un par de empresas de ese país, indica junto al maniquí vestido con el uniforme verde de la Benemérita Jianqiang Wu, subdirector general de Sibide y responsable de sus ventas internacionales. En parte gracias a dicho acuerdo, que la firma china muestra con satisfacción, Sibide está en negociaciones con una importante marca textil española para fabricar sus modelos en el gigante asiático. Todo un reconocimiento a su labor y a una trayectoria iniciada en los años 90, cuando la empresa nació bajo el nombre de Hua Long, primero, y luego con la denominación Hua Feng. En la actualidad, Sibide, que tiene un capital registrado de 120 millones de yuanes (12,4 millones de euros), emplea a unos 1.500 trabajadores en sus instalaciones, que ocupan una superficie de unos 39.000 metros cuadrados. Con más de un millar de máquinas textiles importadas de Alemania, Italia, Japón y Estados Unidos, la fábrica de Tianjin es capaz de producir al año 180.000 trajes, 240.000 pantalones y 1,2 millones de camisas. Unas cifras nada desdeñables que le reportaron el año pasado unos ingresos de 160 millones de yuanes (16,5 millones de euros), de los cuales 100 millones (10,3 millones de euros) procedieron del mercado doméstico y 60 millones de yuanes (6,2 millones) de las exportaciones. Y es que Sibide no sólo vende sus productos en países de la Unión Europea, EE.UU., Japón o Corea, sino que además cuenta con otra marca propia, Speed, que se extiende por toda China con una red de más cien tiendas. A pesar de esta implantación, el presidente de la firma, Lan Qixiang, ve nubarrones en el horizonte del sector textil chino. Debido a la depreciación del dólar, la crisis en los países occidentales, al encarecimiento de las materias primas y al aumento de los salarios en Asia, las exportaciones se verán afectadas de forma negativa, se queja Lan Qixiang antes de denunciar que todavía sigue habiendo restricciones para las exportaciones a EE.UU. y la UE. Frente a dichos factores negativos, el responsable de ventas internacionales de Sibide, Jianqiang Wu, apuesta por la calidad para ser más competitivo, ya que la situación era mejor hace tres años y ahora el sector textil chino se enfrenta a un reajuste que puede ser muy duro. Aunque Sibide tiene como objetivo dar el salto a largo plazo hacia la plena internacionalización con su propia marca, sus responsables reconocen que, de momento, no pueden hacerlo. Por eso, no les queda más remedio que seguir ajustando los costes de la ya de por sí barata mano de obra, que al fin y al cabo supone el pilar fundamental de la competitividad de la fábrica global y el motivo de que sus productos invadan los mercados occidentales y hasta los cuarteles de la Guardia Civil. Para que Sibide firme con el Ministerio del Interior un contrato de suministro de uniformes de la Guardia Civil, han influido su calidad, su trayectoria y, sobre todo, sus precios más que competitivos. Su secreto radica, cómo no, en la imbatible mano de obra china, que se aprecia en los salarios de los 800 empleados que trabajan en las máquinas de corte y confección. Una de estas operarias es Zhang Jiangxia, una joven de 20 años procedente de la cercana provincia de Hebei que, como otros millones de chinos, ha encontrado su sitio detrás de una máquina de coser en la fábrica del mundo. Zhang Jiangxia, sentada en una cadena de montaje junto a otras 86 personas, trabaja a tanto la pieza y cobra 1 mao (un céntimo de euro) por cada una de las 300 mangas que coloca cada día a las chaquetas de Sibide. Con este tajo, que tiene turnos que duran desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde, se saca al mes unos 700 yuanes (72 euros), ya que debe descontar una parte de su salario para los gastos de alojamiento y manutención por vivir en la fábrica y comer en su cantina. Mientras los superiores de la Guardia Civil entonan el todo por la patria para suscribir el contrato con Sibide, en la empresa china se aferran al todo por la pasta. Otros temas Tags chinafábricaguardia civilropasibidetextiltianjinuniformes Comentarios Pablo M. Díez el 16 sep, 2008
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