Pablo M. Díez el 29 may, 2013 El secreto del éxito radica en detalles inverosímiles. A veces hasta nauseabundos, pero efectivos desde un punto de vista comercial. Un empresario chino, An Yanshi, cultiva el té más caro del mundo, que vende a razón de 440.000 yuanes (55.000 euros) el kilo. Para pedir tan desorbitado precio, se basa en su extraordinario sabor, que define como “suave y fragante”, y en sus beneficios para la salud, conseguidos gracias a un abono muy particular: excrementos de panda. Disfrazado de panda, An Yanshi muestra orgulloso su preciado té. REUTERS “Como estos animales, que se alimentan de bambú, tienen un sistema digestivo tan poco desarrollado que sólo absorben el 30 por ciento de lo que comen, más del 70 por ciento del alimento pasa directamente a sus heces, ricas en fibras y en nutrientes que ayudan a prevenir el cáncer”, ha explicado a los medios chinos en más de una ocasión An Yanshi, de 42 años. En su opinión, el “té de panda”, como ya lo ha registrado para evitar imitaciones, tiene el doble de antioxidantes que el té verde característico de China. Radicado en la provincia de Sichuan, al suroeste del país, este antiguo profesor de caligrafía china se dedica a comprar toneladas de excrementos de panda en las reservas para dichos animales que existen en su región. Cada día, un ejemplar adulto deja tras de sí unos 20 kilos de heces, que a veces se usan como fertilizante en las plantaciones de bambú pero que en la mayoría de las ocasiones acaban en el estercolero. Dándole un nuevo uso, An Yanshi ha abonado casi una hectárea de terreno en el monte Yaan para cultivar un té que quiere incluir en el Libro Guinness de los Récords como el más caro del mundo. A un precio de salida de 20.000 yuanes (2.500 euros) por muestra, incluso lo presenta a subastas en ferias de lujo como la de Pekín o en fiestas benéficas, que dedican los fondos recaudados a proyectos relacionados con la protección medioambiental. La particular filosofía de este té de panda recuerda a la del famoso café Luwak de Indonesia, que cuesta más de 500 euros el kilo. Sin embargo, su delicioso sabor no se debe al fertilizante con que se abonan sus plantaciones, sino a que sus granos se obtienen directamente de los excrementos de las civetas, un felino asiático que come los frutos de la planta del café y los fermenta en su estómago al hacer la digestión. Pero el precio del té de panda es muy superior al del café Luwak y al que alcanzan bebidas similares en importantes subastas de China como de la de Hangzhou, capital de la provincia oriental de Zhejiang. Allí, por un kilo de la mejor variedad del té de Longjing, el que se recoge a principios de abril antes del Festival de los Difuntos chino (Qingming), se pagan como máximo 360.000 yuanes (45.000 euros), más caro que el oro pero muy por debajo de lo que cuesta el té de panda. Junto al papel, la brújula, la pólvora, la porcelana y la seda, China ha dado al mundo esta saludable infusión, que un avispado empresario vende ahora a precio de oro. Está por ver si los aficionados al té sabrán apreciar la diferencia o pensarán que es sólo caca de la vaca. Perdón, de panda. Otros temas Tags abonocafecalidadcarochinacibetafertilizanteIndonesialujoluwakoropandasaborsecretosichuante Comentarios Pablo M. Díez el 29 may, 2013
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