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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

Sam de Hong Kong, el sastre de las estrellas

Pablo M. Díez el

Durante su último concierto en Hong Kong el pasado mes de marzo, el tenor español Plácido Domingo aprovechó su estancia en la antigua colonia británica para renovarse su vestuario comprando 120 camisas, tres fracs y ocho trajes oscuros que le costaron más de 7.500 euros. Para hacerse con este fondo de armario, que tenía que estar listo en sólo dos días, no acudió a ninguna de las boutiques de lujo que abundan en la isla, sino que cruzó al otro lado de la bahía, en la zona de Kowloon, y se encaminó a una pequeña tienda situada en Nathan Road regentada por el sastre indio Manu Melwani, más conocido por su nombre empresarial: Sam.

Desde que su padre abrió el negocio en 1957, Sam es el sastre de las estrellas porque, debido a su profesionalidad y buen hacer, le ha confeccionado los trajes a medida a prácticamente todas las celebridades del mundo. Así lo atestigua una galería de fotos colocadas en la pared de su local donde aparecen sus clientes más ilustres: el Rey Juan Carlos I de España, Bill Clinton, George Bush (padre e hijo), el príncipe Carlos de Inglaterra y la difunta Diana, David Bowie, Margaret Thatcher, Nelson Mandela, Elton John, Helmut Kohl, Bruce Willis, Pierce Brosnan, Carlos Santana, Larry King, Jimmy Carter y un interminable etcétera de famosos.
Sin duda, nombres más que conocidos a los que cuesta imaginarse adentrándose por el pasaje lleno de luminosos de neón de la galería comercial Burlington Arcade, al fondo del cual espera la pequeña tienda donde Sam suele recibir personalmente a su afamada clientela cada día. Para mí todos los clientes son igual de importantes y escuchamos a todo el mundo de la misma manera para adaptarnos a sus gustos y necesidades, explica a ABC una vez pasada la hora del cierre, a eso de las ocho de la tarde, y antes de marcharse a la fábrica donde sus 75 empleados confeccionan en uno o dos días los trajes con las medidas e indicaciones que él ha tomado.
Si el cliente tiene mucha prisa, podemos llegar a hacer el traje en dos horas, se enorgullece Sam, quien nació en 1948 en Bombay bajo el nombre de Manu Melwani. Nueve años después, su padre emigró a Hong Kong y abrió esta misma pequeña sastrería en los números 92 y 94 de la famosa calle comercial Nathan Road, plagada en la actualidad de tiendas de electrónica y muy cerca del exclusivo Hotel Península, donde la beautiful people de Hong Kong sigue acudiendo a tomar el té y las pastas de la tarde a bordo de los lujosos Rolls Royce que el establecimiento pone a disposición de sus huéspedes más adinerados.

Mi padre llamó al local Sam´s Tailor (Sastre Sam) porque era un nombre fácil y pegadizo, así que empezó a especializarse en uniformes militares para el Ejército británico, recuerda Manu Melwani, quien ya de niño ayudaba a su progenitor en su cada vez más popular negocio. Gracias al boca a boca y sin necesidad de recurrir nunca a la publicidad, la sastrería de Sam se fue ganando el corazón, y el bolsillo, de la élite hongkonesa y, como era de esperar, su fama acabó llegando a la aristocracia británica en el Reino Unido.
En 1975, además, Melwani empezó a cortar y diseñar y, para mejorar sus innatas cualidades para el negocio, se marchó a estudiar a Saville Road, la célebre calle de los sastres en Londres. El 80 por ciento de mi trabajo lo aprendí de los sastres chinos de Shangai y el resto, sobre todo en el corte de hombros y cuellos, en Inglaterra, desgrana Sam, quien empezó a despuntar como el sastre de las estrellas tras su regreso de la metrópoli.
A pesar de su selecta clientela, Manu Melwani se muestra de lo más comedido y discreto a la hora de hablar de los famosos que han pasado por su local, al tiempo que se define como un hombre sencillo y de perfil bajo. Eso no le impide, por supuesto, cobrar por traje entre 5.000 y 28.000 dólares de Hong Kong (entre 401 y 2.248 euros) y entre 850 y 1.950 dólares de Hong Kong (entre 68 y 156 euros) por camisa.
Con tales precios, nada descabellados para un profesional acostumbrado a servir a la realeza y a los astros de Hollywood, compite con las grandes marcas de los diseñadores famosos que copan el mundo de la moda. Nosotros no hacemos moda, somos sastres que escuchamos a nuestros clientes igual que un médico atiende a sus pacientes y proporcionamos buen arte y diseño, desvela Sam el secreto de su éxito antes de afirmar que la moda va y viene porque su objetivo es que la gente se gaste cada vez más dinero con nuevas creaciones.
Por ese motivo, cree que las pequeñas empresas pueden competir con las grandes marcas, pero para ello deben satisfacer al máximo a sus clientes y hacerse un nombre, algo que, desde luego, resulta mucho más difícil de lo que parece por la hegemonía de las grandes firmas y el hundimiento del sector textil en Occidente debido a la invasión de prendas baratas procedentes de China.
El mundo de la moda está cambiando muy rápidamente y los chinos tienen cada vez un nivel más alto, pero Italia, Inglaterra y España siguen siendo los mejores en diseño y materiales y por eso importo mis telas desde allí, asegura Sam, quien se ve beneficiado además porque Hong Kong es un puerto franco y los impuestos apenas tienen efecto sobre su negocio.
Aunque Manu Melwani insiste en que no tiene intención de ampliar el negocio, su hijo de 31 años también es sastre y, continuando con la tradición familiar iniciada hace medio siglo, heredará el nombre de Sam para seguir erigiéndose como el sastre de las estrellas desde esta pequeña tienda de Nathan Road. Un local que, junto a sus impresionantes galerías comerciales y al Pico desde donde se contemplan todos los rascacielos de esta futurista ciudad, se ha convertido en uno de los destinos turísticos más frecuentados de Hong Kong.

Más información en:

http://www.samstailor.com

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