Pablo M. Díez el 08 jul, 2013 El Mar Amarillo se ha vuelto verde. Una gigantesca invasión de algas ha convertido las masificadas playas de Qingdao, al noreste de China en la provincia de Shandong, en una surrealista alfombra verde que ha cubierto tanto el agua como la arena. A pesar del extraño fenómeno, los bañistas siguen acudiendo a la playa para remojarse en un mar de algas que les tapa allá donde vayan. Según la Administración Marítima Estatal, las algas empezaron a aparecer hace una semana y ya se han extendido por casi 30.000 kilómetros cuadrados del litoral. La invasión de algas ha hecho incluso más agradable darse un chapuzón en las abarrotadas playas de Qingdao. REUTERS De momento, se han retirado unas 20.000 toneladas, pero las autoridades temen que el manto verde que oculta el mar siga creciendo durante los próximos días y han declarado el estado de “desastre a gran escala”, enviando cientos de barcas y máquinas excavadoras para acabar con esta marea de algas. En 2008, poco antes de que Qingdao acogiera las pruebas de vela de los Juegos Olímpicos, otra invasión similar llegó a ocupar 13.000 kilómetros cuadrados. Con una inversión de más de 20 millones de euros, el Gobierno desplegó barcos, helicópteros y 10.000 trabajadores con el fin de limpiar las playas justo a tiempo para celebrar la competición. Al año siguiente, la avalancha de algas fue incluso mayor, pero sin duda ha sido este verano cuando ha alcanzado su mayor intensidad. Los científicos desconocen las causas exactas de la marea verde, pero sospechan que se debe a la abundancia de nutrientes detectada desde 2007 en las aguas del Mar Amarillo, sobre todo fósforo procedente de las aguas con que se riegan los campos de cultivo de la costa china y de los vertidos de la red de saneamiento. Según informa el diario “The New York Times”, un grupo de investigadores cree haber localizado el origen del fenómeno en la provincia de Jiangsu, al sur de Shandong. En bateas desplegadas a lo largo de su costa, allí se crían las algas de mar que son tan populares en la cocina japonesa. Dichas bateas atraen otro tipo de algas no aptas para el consumo humano, de las que los pescadores se deshacen simplemente arrojándolas al mar, donde encuentran los nutrientes necesarios para crecer como una plaga. Aparte de la incomodidad para los bañistas por su olor a huevos podridos, las algas no son tóxicas, pero sí pueden alterar un ecosistema que ya está muy deteriorado por la contaminación que ha traído el crecimiento de China. Otros temas Tags algascontaminacioncostadesarrollodesastremedioambienteplayapolucionqingdaotoxico Comentarios Pablo M. Díez el 08 jul, 2013
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