Pablo M. Díez el 19 abr, 2018 El Astor House es el hotel con más larga historia de Shanghái, que a su vez es una de las capitales con más solera de toda Asia. Fundado en 1846 por un comerciante escocés que lo bautizó con su apellido, Richards, fue el primer hotel de estilo occidental que abrió en China y, durante un siglo, marcó la vida social de esta ciudad que ya era cosmopolita mucho antes de que se inventara la globalización. Como puerto franco establecido por las potencias coloniales aprovechando la debilidad de la última dinastía imperial china, Shanghái atrajo desde mediados del siglo XIX todo tipo de comerciantes, aventureros y hombres de fortuna que, más pronto que tarde, acabaron pasando por el Astor House. La majestuosa fachada neoclásica del Hotel Astor House despunta al final del “Bund”, al otro lado del puente de hierro que cruza el arroyo de Suzhou. Cuando su prestigio le había dado fama mundial, era el destino ineludible para todas las celebridades que viajaban a China, que en aquella época se limitaba para los extranjeros a Shanghái, Pekín, Hong Kong y unas cuantas ciudades costeras arrebatadas a la Administración Qing. En sus habitaciones se alojaron desde el expresidente de Estados Unidos, Ulysses S. Grant, en 1897 hasta Charles Chaplin en 1931, pasando por Einstein y Bertrand Russel. Pero ni su ilustre pasado ni su bellísima arquitectura, reconocida como patrimonio histórico en 1999, le han librado de un misterioso cierre por reforma. En obras desde principios de año, los medios chinos aún no han confirmado si finalmente albergará un museo de la Bolsa, que tuvo su primer parqué en sus salones, o si será reformado para continuar funcionando como hotel. A tenor de otras publicaciones, habría sido comprado por una empresa desconocida que instalará allí sus oficinas, lo que supondría el fin de uno de los hoteles más míticos de Shanghái. La bonita habitación donde tuve la suerte de alojarme en un viaje a Shanghái en 2013. Desde su primer estilo barroco inglés en otra ubicación, el Astor House ha pasado de mano en mano y con sucesivas renovaciones hasta erigirse en el majestuoso edificio neoclásico que hoy despunta al final del “Bund” (maleón fluvial), frente al Consulado ruso al otro lado del puente de acero que cruza el legendario arroyo de Suzhou. Pionero en todos los adelantos que llegaban a Shanghái, como las primeras lámparas eléctricas en 1882 y el primer teléfono en 1901, en su señorial salón de baile se bebía más whisky que té hasta el anochecer al son de una orquesta occidental. Y, cuando por fin se permitió la entrada a los clientes chinos, allí se mezclaba la élite local con los extranjeros que acudían a Shanghái atraídos por su encanto como el “París de Asia” o, más llanamente, la “Puta de Oriente”. Con todas las comodidades del presente, uno se sentía como si hubiera viajado al pasado en el Astor House. Con la competencia de otros establecimientos más modernos como el Majestic y el Catay, que luego fue el Peace Hotel, el Astor House perdió su lugar predominante. Pero eso no le impidió ser la primera sede de la Bolsa de Shanghái, entre 1920 y 1949, y luego en su reapertura en 1990 tras la llegada del capitalismo a China. Tiroteado durante la guerra contra los japoneses, fue nacionalizado por el régimen comunista, que lo rebautizó como Hotel Pujiang y lo regentó como un negocio estatal hasta su última modernización en 2002. Ahora, se enfrenta a una nueva renovación de incierto futuro que entristece a los que alguna vez nos alojamos allí. Otros temas Tags astorbundchaplincolonialeinsteinhotelhouseobraspeacepujiangqingreformashanghaiturismoviajes Comentarios Pablo M. Díez el 19 abr, 2018
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