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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

“Kumari”, la nueva niña diosa de Nepal

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En Nepal, donde la mayoritaria religión hindú venera a 330 millones de deidades, hay una diosa nueva. Se trata de la niña Trishna Shakya, que acaba de ser entronizada como la nueva “Kumari” (“Princesa”) de Katmandú, la capital de este país del Himalaya, con solo tres años. Su corta edad no ha sido ningún impedimento para divinizarla, sino precisamente todo lo contrario. Desde el siglo XVII, los hinduistas y budistas no tibetanos de Nepal han institucionalizado una tradición con más de 2.300 años de historia basada en la adoración de una “princesa virgen” hasta que alcanza la menstruación, en torno a los 12 años.

Con tres años, Trishna Shakya se ha convertido en la nueva divinidad viviente de Katmandú hasta su primera menstruación. AFP

Siguiendo esta costumbre, Trishna Shakya ha reemplazado a Martina Shakya, que ya había alcanzado dicha edad, en una colorista ceremonia celebrada en la Casa Kumari (Kumari Ghar), que se ubica en la céntrica plaza del Palacio (Durbar) de Katmandú y todavía muestra las cicatrices del devastador terremoto que asoló Nepal en abril de 2015. “Tengo sentimientos contrapuestos. Mi hija se ha convertido en la ˝Kumari˝ y eso es bueno. Pero también estoy triste porque vivirá separada de nosotros”, explicó su padre, Bijaya Ratna Shakya, a la agencia France Presse. Como consuelo, al menos le queda que la hermana gemela de la nueva diosa, Krishna, seguirá en la casa familiar. Pero sus parientes perderán buena parte del contacto con la “Kumari” porque permanecerá todo el tiempo en su templo y solo podrá salir a la calle 13 veces al año con motivo de algunas fiestas.

Considerada la reencarnación de la diosa Taleju, la “Kumari” es seleccionada entre la casta Shakya, que tiene como uno de sus más ilustres miembros históricos a Siddharta Gautama, más conocido como Buda. Gracias a ese ancestro común, esta tradición de la comunidad Newar, autóctona del valle de Katmandú, se funde con el hinduismo mayoritario el país. Junto a la de Katmandú, las otras dos ciudades más importantes del valle, Patan y Bhaktapur, tienen su propia “niña diosa” desde que eran reinos independientes. Aunque esta deidad ha estado tradicionalmente ligada a la monarquía nepalí, su fuerte arraigo popular le ha hecho perpetuarse tras el advenimiento de la república en 2008.

Para continuar la tradición y elegir a la nueva “Kumari”, los monjes del templo llevan a cabo un detallado ritual en el que juega un papel destacado la carta astral de la niña, vital para saber si es la reencarnación de la diosa Taleju. Además, la aspirante debe cumplir a la perfección 32 requisitos, que van desde el tono de su voz al color de sus ojos pasando por sus dientes. Pero la prueba principal que debe atravesar es encontrarse con una deidad en una habitación oscura y presenciar el sacrificio de un búfalo, en medio de una danza con máscaras con forma de demonios capaz de aterrorizar fácilmente a una niña de entre cuatro y siete años. Aquella que permanece en calma ante semejantes visiones es elegida “Kumari”, que deberá demostrar ser la verdadera reencarnación escogiendo luego algunos objetos de su predecesora, igual que se hace con cada Dalai Lama.

Históricamente, se sacrificaban 108 búfalos, cabras, gallinas y patos como parte del ritual porque ese número se considera especialmente propicio en el hinduismo. Pero las presiones de los grupos defensores de los animales han reducido considerablemente dicha cifra. No es la única modernización que han vivido las “Kumaris”, que antes se pasaban todo el día recluidas en sus templos y ni siquiera podían estudiar. Afortunadamente para su educación, el Tribunal Supremo de Nepal ordenó en 2008 que los profesores fueran a darles clase en sus palacios, donde también pueden hacer sus exámenes.

Todo con tal de que, cuando alcancen la menstruación y la diosa abandone su cuerpo, las niñas puedan reintegrarse en la sociedad. Una tarea más mundana, pero también difícil porque la superstición popular advierte de que casarse con una antigua “Kumari” trae mala suerte. Como la sangre es la clave de esta divinidad, las niñas no solo pierden su condición cuando les llega el primer período, sino que pueden ser destronadas si sufren una herida con abundante hemorragia. A estas “princesas”, que es lo que significa “Kumari” en sánscrito, no se les permite ni la sangre azul.

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