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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

El “milagro económico” chino

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Gracias a la globalización, China va camino de liderar la economía mundial por cantidad, pero no por calidad. Eso significa que su mercado puede ser el mayor del mundo porque tiene más de 1.300 millones de personas que, tarde o temprano, serán los mayores consumidores de todo. Pero, para que sus empresas lideren realmente la economía, China necesita ciertas cualidades que ahora mismo no posee.

El cacareado “milagro económico” chino se ha basado en su barata mano de obra, pero este modelo necesita cambiar.

En términos productivos, el principal requisito es la necesidad de mayor innovación tecnológica, que en última instancia depende del sistema educativo e incluso del nivel de libertad que hay en este país. En China han surgido y surgirán grandes empresarios pero, con un sistema educativo que no enseña a los alumnos a pensar por sí mismos y no potencia la individualidad, es difícil que aparezca un Zuckerberg y se invente algo tan exitoso como Facebook, por ejemplo.

Liderado por el presidente Xi Jinping, el nuevo equipo de gobierno se ha dado cuenta de que China necesita profundas reformas económicas para pasar de un modelo de crecimiento basado en las exportaciones y la fuerte inversión pública a otro dirigido por el sector privado y el consumo doméstico. Pero las grandes empresas estatales se resisten a perder sus monopolios en un sistema donde el poder económico está tan ligado al político.

La reducción de las exportaciones por culpa de la crisis ha obligado al régimen chino a acelerar el cambio de su modelo de crecimiento para compensar con el mercado interno la pérdida de ventas al extranjero y seguir avanzando hacia una economía más madura y desarrollada.

Las diferencias sociales, ampliadas por su frenético crecimiento económico, son uno de los principales problemas de China.

Desde su apertura al capitalismo hace más de tres décadas, China ha vivido la mayor transformación de su historia al crecer a un ritmo del 10% y sacar a 500 millones de personas de la pobreza. En términos brutos, su economía es ya la segunda del mundo y se calcula que podría superar a Estados Unidos en 2022. Pero, con más de 1.350 millones de habitantes, su Producto Interior Bruto (PIB) per cápita es sólo de 6.091 dólares (4.389 euros), y se sitúa a la altura del número 100 junto a otros países en vías de desarrollo como Ecuador, Angola o Argelia.

El gigante asiático ha conseguido semejante crecimiento económico gracias a su baratísima mano de obra y a su apertura a la economía de mercado. En China se practica un capitalismo salvaje controlado por el Estado, que dirige numerosas multinacionales y sectores clave del país que aún no se han abierto totalmente a pesar de su ingreso en la Organización Mundial del Comercio en 2001.

Esta mano de obra es posible porque el nivel de vida de los chinos es todavía muy bajo. Para hacernos una idea, la renta media urbana, mucho mayor que la rural, es sólo de 21.800 yuanes (2.630 euros) ¡al año!

Aún así, para el chino de a pie, los cambios vividos han sido inimaginables porque partían de muy abajo y han progresado muchísimo en poco tiempo. Incluso el más pobre de los chinos sabe que su vida es infinitamente mejor que hace treinta años. Además, los chinos de ahora saben que sus hijos vivirán mejor que ellos, algo que hasta hace poco tiempo se daba por hecho en Occidente y actualmente no está tan claro. Otra cosa es que el desarrollo chino sea sostenible, lo que aún está por ver.

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