Hablar de Merle Haggard es hacerlo de uno de los grandes motores de la música popular estadounidense. Un hombre que cumple la curiosidad de nacer y morir exactamente en la misma fecha, pero con 79 años de diferencia. Una doble neumonía se lo llevó por delante en su rancho de Shasta, California, un 6 de abril de hace solamente tres años.
Es un personaje que se encuentra en el Salón de la fama de la Música Country y en el de los compositores de Nashville, ciudad que destaca por ser la “cuna” de este género musical. Pero si hay que recordar a Merle Haggard por algo, es por su contribución al desarrollo de uno de los subgéneros de la música country. El “Sonido Bakersfield” proviene de California y es, por así decirlo, una contraposición al que salía de la industria del estado de Tennessee. Realmente fueron los inmigrantes de zonas como Texas o Arkansas los que desarrollaron este fenómeno al marcharse a trabajar a California. Haggard, junto a su banda “The Strangers” y otro pionero y amigo, como fue Buck Owens, fueron los grandes precursores de esta nueva industria.
Y para dar la bienvenida a esta figura, nada mejor que escuchar uno de sus grandes temas. Mi favorito es este “Movin on” del año 1975, una canción que recuerdo que era la sintonía de la sección de viajes de uno de los programas de televisión donde tuve el gusto de trabajar hace unos años. Este es Merle Haggard dentro de un show de televisión de mediados de los setenta.
Haggard fue una de esas grandes estrellas que tuvo problemas con la justicia. Entre 1957 y 1960 pasó una temporada entre las frías rejas de la prisión californiana de San Quintín. Su paso por la cárcel se debió a un intento de robo en una casa en Bakersfield, la capital del condado de Kern en California. Una región que destaca por ser el lugar de donde proceden gran parte de las nueces que consumimos en España y buen un núcleo petrolífero. Ese intento frustrado por robar una casa le llevó a otra peripecia; solamente que esta vez sería para intentar fugarse, junto a un amigo apodado como “El Conejo”, de la primera prisión a la que fue llevado. Un hecho que terminó, a los pocos meses de llegar, con un traslado hacia San Quintín. “El Conejo” no corrió la misma suerte, ya que cuando consiguió escapar disparó a un agente, y fue enviado de vuelta a la prisión, pero esta vez con una orden de ejecución. La muerte de este compañero hizo que Merle Haggard cambiase su forma de ver la vida.
Su paso por la cárcel también hay que decir que le sirvió para sacarse la secundaria y tocar en la banda de música de la prisión. Fue ahí cuando decidió tomar el camino de los instrumentos para dejar atrás el de los conflictos y los barrotes que le llevó a pisar la cárcel en diversas ocasiones desde que tuviese 11 años. En 1958, durante el Día de Año Nuevo, Merle Haggard asistió en la cárcel a un concierto del “Rey de la Música Country”. Hablamos de Johnny Cash, quien se situó a lo largo de su carrera del lado de los más vulnerables y desfavorecidos de la sociedad, entre ellos los presos, a quienes fue a entretener con su música en diversas ocasiones desde finales de los cincuenta hasta finales de los sesenta. Cash fue la inspiración de Haggard para hacerse un hueco en la música y apostar por ese estilo de vida.
En 1967 publica un tema llamado “Life in prison” donde describe la vida de un reo en la cárcel.
El jurado dio el veredicto de primer grado.
Ellos juraron que planeé su muerte
Recé para que me sentenciaran a morir
Pero querían que yo viviera y ya sé por qué.
Así es como hago la vida en prisión por los males que he cometido.
Y rezo todas las noches para que venga la muerte.
Mi vida será una carga cada día.
Si pudiera morir, mi dolor desaparecería.
Loco de rabia tomé la vida de mi amada
Porque la amaba más que a la vida.
Mis sueños para ella durarán mucho tiempo.
Pero prefiero morir antes que vivir para perder la cabeza.
Tengo una vida en la cárcel
Si pudiera morir, mi dolor desaparecería.
Grabó más de 60 álbumes de estudio entre 1965 y 2015. Se opuso a cualquier industria moderna de la música country, aunque sí que se deshizo en elogios ante gente de la talla de George Strait, Alan Jackson o Toby Keith. Todos ellos de los catalogados como “cantantes de sombrero”. Una distinción que se toman muy enserio en el gremio americano. Haggard recibió también un homenaje, como otros grandes de la industria, donde participaron figuras como, Kris Kristofferson o Willie Nelson, dos personas que se opusieron al sonido que salía de Nashville (Tennessee) a través de los movimientos “fuera de la ley”. Aquí os dejo un extracto de la ceremonia de honores en el Kennedy Center de Washington DC en el año 2010.
No en vano fue una persona que la palabra “matrimonio” la tuvo más que presente a lo largo de su vida. Se casó hasta en cinco ocasiones y tuvo seis hijos, cuatro con la primera esposa, y dos con la última de ellas. Una vida acentuada en cuanto a las relaciones amorosas, los problemas con la justicia en su juventud, y los vicios al tabaco y las drogas. Unos excesos que pasaron factura, y se lo llevaron por delante, víctima de problemas pulmonares en el año 2016. Aunque desde 8 años atrás un cáncer le había obligado a perder parte de uno de ellos.
En definitiva, Merle Haggard, el hombre que actuó con los más grandes, salió del pozo de la desgracia, y que nunca se dejó convencer por una industria que sigue sacando estrellas adelante sin tener el beneplácito de los que, en su momento, fueron ilustres pilares del movimiento musical popular americano.
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