La renovación de Cristiano era una necesidad recíproca del futbolista y del presidente del Real Madrid. La verdad es que Ronaldo sabía que si quería mantener su estatus de grande debía continuar en la casa blanca. Después de militar en el Manchester United, solo podía jugar en el Real Madrid. Y dejar el conjunto blanco sería un descenso en su carrera. CR7 tenía asumido que su porvenir solo podía estar en el equipo que hizo estelar la Copa de Europa. Tiene 28 años, suma 203 goles en 203 partidos y en su mente está el objetivo de superar la plusmarca rematadora del club más grandioso de la historia: los 323 tantos de Raúl. Es su reto.
Tiene una meta superior: conseguir la Copa de Europa que hizo famoso en el mundo a este equipo, y viceversa. Si CR mejora los 309 tantos de Di Stéfano y los 323 de González Blanco, todo quedará en segundo plano si no hay al menos una Champions blanca en su palmarés. El Real Madrid es Champions. El portugués persigue todas las plusmarcas legendarias de la entidad y necesita apuntar su nombre en el historial madridista de la Liga de Campeones. Ronaldo ha rubricado un contrato extensivo hasta 2018 con el fin de pensar solo en fútbol y no en futuras renovaciones. Llevaba un año con este asunto y ya se lo ha quitado de encima con el mejor acuerdo del fútbol español. Ahoa únicamente piensa en la Copa de Europa, en la Liga, en títulos. Se acabaron los rumores y las ofertas. Hay que centrarse en lo único importante.
Tiene 28 años y sabe que le quedan varias temporadas al más alto nivel en las que debe engrosar el bagaje de trofeos. Su convenio le puede hacer pensar en retirarse en la casa blanca y dedicar estos cinco años a obtener títulos. Bale le ayudará en este objetivo. A CR7 le ha gustado que Florentino Pérez fiche a buenos jugadores para alcanzar esas metas. Le agrada que la empresa no pare en el trabajo de mejorar la plantilla. Tanto esfuerzo debe dar resultados.
Es uno de los futbolistas mejor pagados del mundo. Asume la responsabilidad de aplicar esa consideración en el campo. Estos retos le hacen más competitivo. Cuando su traspaso valió 96 millones no se arredró. Ahora, tampoco. Se carga al Real Madrid en la espalda. Eso es un líder. Hace mucho tiempo que no está triste. Comprendió a la afición del Bernabéu. Los seguidores corean su nombre. Le cantan “Ronaldo”, no Cristiano.
Isco y Bale le apoyarán en esa carga de responsabilidad. A Cristiano le va la marcha. Le gusta la presión para sacar lo mejor de él. Por eso le fichó Ferguson cuando era un lebrel, porque respondía en todas las jugadas y nunca se escondía. Era un valiente con causa. Ahora es el estandarte de la mayor causa del mundo: ganar la Copa de Europa con el equipo que la dio prestigio durante cinco años iniciales que crearon la leyenda.
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